
Lo primero que se me vino a la cabeza fue una serie: Downton Abbey. Así que me dije que no, que tenía que ser una película y lo segundo que se me ocurrió fue otra serie: Sherlock. Así que seguí pensando y me sorprendí al descubrir que la película que realmente me sorprendió este año fue El bueno, el malo y el raro. A medida que pasa el tiempo le veo más virtudes. Pero no se estrenó en cines. Salió directamente en DVD.
Vale, Origen me sorprendió, pero esa es la película que escoge todo el mundo y dado que los dos últimos años he ido en plan alternativo/friqui/guay con Déjame entrar y The Fall. El sueño de Alexandria, tengo que escoger algo más peculiar.
Me quedo con El pequeño Nicolás por varios motivos:
1. Hace reír a todo el mundo y no defrauda a nadie.
2. Tiene a esos dos monstruos de la comedia francesa que son Kad Merad y Valerie Lemercier.
3. Tiene esa secuencia de la cena, digna de encontrarse en la selección de las más desternillantes. Exagerada, histriónica, absurda, delirante. Pero divertidísima. Imposible no reírse a carcajadas en algún momento.
4. Los que me han discutido que la secuencia de la cena no es la mejor, se inclinan por la de la poción mágica o la de la clase de conducir o la revisión médica a los niños. En cualquier caso todos creen que algún momento de esa película debe incorporarse en una antología de la comedia.
5. Tiene humor, optimismo y desparpajo, cualidades de la naturaleza humana que prefiero, con mucha diferencia, al pesimismo, la grisura y el cenicientismo de cosas como, por ejemplo, La cinta blanca. Que también me sorprendió, oye, para qué negarlo. Pero La cinta blanca me provoca pesadillas y con El pequeño Nicolás duermo como un lirón.