Si tratas de organizar el guión, se te cae de las manos. Lo que pasa es que, en sentido estricto, no hay guión. Sólo montaje.
En el punto de mira tiene más trampas y mentiras que un debate electoral. Y, como cualquier debate electoral, es divertidísimo. No te crees nada de lo que te están contando pero, mientras dura, puedes soltar adrenalina.
No hay 8 puntos de vista. Hay 5. En el punto de vista 6 se mezclan unos cuantos. Hasta en eso es una película falsa. Y la cronología no hay quien se la trague pues unas veces se estira y otras se acorta. Pero da igual, es un homenaje a la acción por la acción, al frenesí, las persecuciones, el puro ritmo.
Entretenidísima.
O a lo mejor me pesan los casi 7 años que viví en Salamanca.
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