En cualquier caso, sus temas fundamentales están ya presentes: una jovencita que madura rápidamente por medio del trabajo, interés por los artefactos volantes y un preciosista diseño en los fondos.
La imaginación de este hombre y el mimo que pone en los detalles es algo verdaderamente irrepetible. No me extraña que hasta los mandamases de Pixar le consideren su maestro.
Algún día tendré que hablar de Porco Rosso. Pero hablar de Porco Rosso exige tiempo y espacio.
Un detalle: la niña, en realidad, se llama Kiki. Lo pone, por ejemplo, en la tarta de cumpleaños que le regalan. ¿Tanto costaba dejar su nombre como estaba?
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