Tonya Harding. A los 4 años ganaba
campeonatos de patinaje artístico. Segunda mujer en conseguir un triple axel. Dos
veces olímpica. Un ídolo. Un sueño americano. Hasta el incidente. Hasta que una
rival acaba con una rodilla destrozada y sospechan de ella.
Es
una biografía, un drama. Pero aparenta ser una comedia casi surrealista, poblada
por personajes excéntricos que parecen de chiste. Pero que son reales. Una madre
desquiciada, el violento marido de Tonya, el muy tarado amigo del marido, los
amigos del amigo del marido… Todo un desfile coral de imbéciles. Pero real. Y
se conservan entrevistas que atestiguan que esa gente eran auténticos tarugos.
Nadie
patinaba como Tonya. Pero los jueces no permitirían que la basura blanca se colase en la élite deportiva de las pijas.
Le
sobra metraje, especialmente en sus rifirrafes con el marido. A veces le hace
daño el contraste entre drama y comedia, potenciando en exceso uno de ellos. La
historia da para lo que da pero está bien rodada.
No
es extraño que los coletazos del escándalo de Tonya coincidan con los
inicios del de O.J. Simpson. El circo mediático y el morbo del público
deben continuar.
Margot Robbie muy bien, pero Allison
Janney está sensacional.
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