Pillas gripe o pulmonía simplemente al mirar
la serie. Da frío.
Una isla en el círculo polar Ártico. Una
pequeña población de humanos que vete tú a saber a qué fueron.
Una alcaldesa (Sofie Grabol) con
secretos, policías manipuladores, científicos a su aire, traficantes de marfil
de un posible mamut que lo puede cambiar todo, rusos siniestros, Verónica
Echegui revolucionando la testosterona de todo macho que pasa por ahí y Stanley
Tucci (la consecuencia inevitable).
Rarita. Y a cada capítulo que pasa, más
rarita. Al principio parece policíaca, suspense. Luego va girando hacia la
metáfora del lado animal que todos llevamos dentro.
Extraños cambios de ritmo, reacciones
deliberadamente imprevisibles, brutalmente gore en ocasiones, descolocante en
los giros de guión… Esas cosas pueden ser buenas (todos los personajes pueden
morir y de hecho mueren algunos que consideras protagonistas) pero la coctelera
me pareció tan excesiva que casi se aproxima al surrealismo.
No sé. No sé si me gusta o no. Es distinta y
eso se agradece. Pero la aleatoriedad de ciertos acontecimientos me suena a que
no saben hacia donde van. Y ese final tan anticlimático no le ayuda.
Tendrá segunda temporada, pero no tengo claro si me
subiré a ella.
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