Scudder es un poli retirado. Ahora trabaja
como detective privado sin licencia. A veces gana algo. Un narcotraficante le
contrata. Al parecer hay dos tipos que se dedican a matar a esposas de
traficantes.
Scudder tiene un socio, TJ, un chico vagabundo que le ayuda con algunas cosillas.
Me alegra que se trate más de una peli de
investigación que de justiciero. Liam Neeson es una especie de Sam
Spade, de Philip Marlowe, un detective que sobrevive como puede y se agarra a
lo que puede.
Dirección sobria pero eficaz, aportando los
datos justos, sin marear, bien planificada.
La penúltima escena, en la casa, no me
gusta. Era sencilla y la embrollan. No sólo porque es imposible que ese tío
atado se suelte (¿alguien lo puede explicar?) sino por ese ir y venir y porque
el resultado habría sido el mismo con menos rollo.
Entretenida. Neeson cumple en el
papel en que se ha especializado durante los últimos años.
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