Rosebud no explicaba al Ciudadano.
Sigue siendo solamente un Individuo.
Eso es lo bueno: es inagotable.
Como ocurre con todo el buen cine.
Como ocurre con la vida.
Crítica y opinión de cine y series.
1. Parks
and Recreation se va desmoronando. Se agota. La aparición del mismísimo
Joe Biden en un cameo demuestra que aún tiene aire. Pero
no basta.
2.
The Good Wife. Kristin
Chenoweth, Amanda Peet, Christina Ricci... Ojo. Esta serie puede morir ahogada en su
propio éxito. 3. Abandoné Revolution hace tres capítulos. Los seguí descargando. Pero me
he dado cuenta de que me importa un pimiento lo que les pase a todos. Se acabó. 4. El demócrata Alberto
San Juan, después de un largo descanso (no dejó de ser demócrata, ojo), ha
vuelto para alegrarnos la vida con sus patochadas. No hay intelectuales de derechas. Yo estoy de acuerdo. El problema
es que él supone que los hay en la izquierda y, peor aún, que él lo es. 5. Angus T. Jones, protagonista de la
serie Dos hombres y medio, fue
invitado a la tele. Y él invitó a todo el mundo a no ver la tele en general y
su serie en particular. Una basura, una porquería, una manipulación, en sus
propias palabras. Esa clase de cosas me encantan.
Mi previsión inicial: patochada de desmadre
americano pero en versión belga. Una especie de Resacón en Las Vegas con gente hablando flamenco.
Mi previsión tras tres recomendaciones: se
parece más a Intocable pero
sin los puntos de comedia y con más drama. Total, que fui para allá. Y no merece la pena. Es verdad que no es Resacón en Las Vegas. Es verdad que aspira a profundizar, que tiene
cierto afán intelectualoide, que quiere hablar de la alegría de vivir. Por
desgracia, también es verdad que resulta tópica, previsible en todas sus
tramas, convencional hasta extremos insospechados y mucho menos profunda de lo
que ella se cree. De hecho, para ser un drama, es terriblemente
superficial. Me gustó, un poquito (poquito), la trama con
la chica española. Pero está tan forzada y tan mal resuelta... En fin, que no bastan las buenas
intenciones.
Hay películas que se estrenaron el viernes y
están ya pasadas de moda, obsoletas, amortizadas, destruidas por el paso de 70
horas. Casablanca no. Casablanca parece que se hizo esta misma mañana, con
un equipo de guionistas de última generación. Rick Blaine, Ilsa Lund y Victor Laszlo. O lo
que es lo mismo: Humphrey Bogart, Ingrid Bergman, Paul Henreid.
El triángulo amoroso más célebre del cine que multiplica sus conflictos con el toque de
la guerra. Y, por supuesto, Renault (Claude Rains),
capitán y Prefecto de policía francés, que pasaba por ahí y que tiene más diplomacia, más tacto, más
sabiduría y más humor que todos los diplomáticos reales, ficiticios, vivos o zombis de la actualidad. Ayer volví a pasar por el Rick's Cafe Americain para pedir un
salvoconducto en busca de disfrute. Y lo conseguí de nuevo. Desde luego.
Sus puntos buenos y sus puntos malos. Me encanta, particularmente, la estampida de
cabras en el desfiladero. Nunca habíamos visto eso. Perdonamos que coger el
atajo al pueblo signifique pasar por la cima de una montaña si es para
ofrecernos una escena así. Está bien el clima de tensión que consigue
en ocasiones. También la ambigüedad inexplicada de las desapariciones. Falla, como suele pasar, en la escritura de
personajes y, sobre todo, diálogos, de una pobreza impresionante. La
espontaneidad no debería estar reñida con que exista algo que contar. En cierto
modo da la sensación de que los personajes van desapareciendo porque no se sabe
muy bien qué hacer con ellos. Lo del despelote de un tío en la hoguera, resulta
tan forzado que da pena. En el cine un tipo se rió, hasta que se dio cuenta de
que estaba haciendo el ridículo y que a nadie más le parecía gracioso. Hay
gente que no distingue entre algo que pretende ser dramático y algo que
pretende ser cómico. Benditos sean. En cualquier caso, está bien un nuevo
intento de ciencia-ficción en el cine español. Ahora codos y a pulir un poco
más situaciones, personajes, diálogos.
Está claro que no dirige Clint Eastwood.
Él habría sido más dramático e incisivo. Con más garra. Existencial. Aun así, hay una gran labor de guión detrás,
una notable preocupación por definir a los personajes, hacerlos evolucionar,
construirles diálogos interesantes. Desde el punto de vista deportivo es la otra
cara de la moneda de Moneyball.
Pero, a decir verdad, no importa mucho la trama deportiva. Importa ese relación
entre Gus (Clint Eastwood) y su hija Mickey (Amy Adams) que, en
treinta años, no han llegado a entenderse pero que tienen todo en común. Es verdad que parece una película fácil.
Quiere serlo y acercarse a un gran público. Pero Robert Lorenz ha
aprendido mucho como ayudante de dirección de Eastwood y eso se nota. No
sólo en el guión.
1. Lamar Wyatt (Powers Boothe), padre
de Rayna James (Connie Britton) es un error de casting gordísimo en Nashville. Nadie puede ser tan
majaderamente ambicioso al tiempo que pone esas caras de majadero ambicioso. La
gente se da cuenta, hombre.
2. Parece que Oz, un mundo de fantasía, la revisión de El mago de Oz, va a consistir en un
atiborramiento de efectos digitales. Claro que, si las brujas son Mila Kunis,
Rachel Weisz y Michelle Williams... Así cualquiera. 3. Veo muy normal la cancelación de Last Resort tras su primera
temporada. Prometedora en su piloto, pero no da para más. De hecho, ya la están
estirando demasiado. 4. Todo
es silencio. Título muy apropiado para algo que pasó desapercibido. Me
he estado preguntando dónde va a parar el cine que nadie ve.
Supongo que, quien más quien menos, se ha
tragado en alguna ocasión una película gore. Hay quien lo hace por afición.
Enhorabuena.
Pero como bien señalaban en Scream 4, cosas como Saw no son de miedo, son de asco. Pese
a todo, hay gente que disfruta con esas singularidades. Como siempre, una cosa es el gusto (me
gusta, no me gusta) y otra la calidad (bueno, malo). Y hay un terror
psicológico mucho más interesante que el gore. Por ser inteligente, sutil,
hábil en la capacidad de sugerir. Hemos visto miembros segados por
motosierras, cortadoras de césped amputando anatomías, carnicerías de diversos
tipos. Pero todo ello no conmociona como ese duelo psicológico entre Jeff (Patrick
Wilson) y Hayley (Ellen Page) en Hard Candy. El otro día pude comprobar, por segunda vez,
cómo la célebre secuencia de la castración no explícita, obligaba a alguien a
pedir tiempo muerto para poder tumbarse. Simplemente porque la imaginación
hacía mucho más que cualquier extirpación visual de
genitales/vísceras/hemoglobina.
Esta película es una de esas raras piezas de
relojería que funcionan con una precisión absoluta. El montaje es una
demostración de fuerza, de lo importante que es este aspecto técnico para el
cine.
Kevin Spacey es Verbal. Y Verbal es
un delincuente tullido al que han detenido, que ha hecho un pacto con el
fiscal, que tiene inmunidad y que, sin embargo, se presta a responder algunas
preguntas que le hace el policía Dave (Chazz Palminteri). Porque le
gusta hablar. Y así es como nos enteraremos de la
existencia del mayor criminal de todos los tiempos, Kaiser Sose. No es una película para perezosos mentales
porque hay muchos nombres, mucha gente y Verbal es un liante que dice y se
desdice. Su relato nos conduce, poco a poco, al descubrimiento del verdadero
rostro de Kaiser Sose. Y descubrirlo es una de las razones por las
que el cine sigue existiendo.
Ya sabes que soy una de esas escasas
personas que tienen problemas con esta serie. No me engancha en absoluto. Tengo
que darme una sentada buena, con la voluntad a toda máquina, para tragarme
varios episodios seguidos.
Y miro y miro. Sin saber por qué hay tanta
gente entusiasmada con ella y tanto premio y tanta historia. Y llega el
capítulo 2x05. No es que no sepa apreciar ese intenso y
extenso interrogatorio. Ese cara a cara con Brody. Primero con el poli malo,
luego con la poli buena. Pero no soporto la trama. En serio, no puedo
con ella. Resumiendo viene a ser: -Brody, tío, quedas detenido por ser un
terrorista. -No fastidies. Pensé que no os ibais a dar
cuenta. -Pero no pasa nada, machote. Si trabajas
para nosotros, nos olvidamos de todo, vuelves a casa y todos tan contentos. -Ah. Pues genial, sí. Ahora trabajo con
vosotros. Y su mujer, Jessica: -Vete de casa. -Pero yo te quiero mucho. -Vale, entonces quédate. En Alias,
en Hawai 5-0, en 24, nos chotearíamos felizmente de
estos giros de guión. Aquí, pretenden que nos lo sigamos tomando en serio. Lo siento. Yo no puedo. De momento, el mejor capítulo, la parodia en
Saturday Night Live con Anne
Hathaway en el papel de Carrie. Ay. Cuánto echo de menos Rubicón.
No soy ningún experto en whisky, pero si has
probado alguna vez un Lagavulin de 16
años, entenderás por qué hay personas fascinadas con este licor.
El 2% del alcohol se evapora en la barrica.
Es la parte que les corresponde a los ángeles. Una idea maravillosa, me parece
a mí. Como esta peli de Ken Loach. La que
más me ha gustado. Tiene poesía, tiene encanto, tiene cine social (obviamente),
tiene catas de whisky, tiene un robo. El robo del whisky más caro del mundo. Robbie Emerson ha tenido una vida
fastidiada. Pero muy fastidiada. Fastidiada escrito con j. Inmerso en un mundo
barriobajero y violento no sabe cómo salir del círculo. Acaba de tener un niño
con su novia, una buena chica. Y él quiere ser un buen padre. En servicios a la
comunidad conoce al jefe y el jefe le inicia en la cata de whisky. El 2%. Que traducido en precio viene a
ser... ¡Justo! Te invito a catar esta película. Tiene
corazón. Brindaré con ella sin olvidar la parte de los ángeles.
1. Premio especial para el paso de baile de
Walter Bishop en Fringe. 90º a
la derecha, dos metros atrás, gira 210º y... ¡sorpresa!
2. Siento curiosidad por El atlas de las nubes. Dirigen los Wachowski
(definitivamente él y ella) y Tom Tykwer. La crítica la aprueba de
milagro, el público casi le da sobresaliente. En taquilla, batacazo. 3. La misma pregunta de todos los años a
estas alturas. ¿Alguna peli merece el Oscar? Espero que estén guardando lo
mejor para el final. 4.
World War Z. Marc Foster.
Brad Pitt, Mireille Enos.
Esta semana la población mundial va a quedar
dividida en dos. Hombres y mujeres. Pese a todas las campañas empeñadas en
demostrar que no hay diferencias entre unos y otras (¿has visto alguna vez algo
tan anti-científico?), llega el final de la saga que ha venido a poner las
cosas en su sitito.
Conozco chicas que se están preparando para
el acontecimiento desde hace meses. Semejante anticipación es comparable, solamente,
a la del día de su boda. Irán a comprarse algo apropiado, a la peluquería...
Enviarán tarjetas de invitación. Mientras hablas con ellas de la peli, la
mirada se les pierde en el infinito y dan saltitos sin ser conscientes. -Están tan bien juntos, en la pantalla. Conozco chicos que acompañarán a sus novias.
Lo viven como una tragedia. El sacrificio supremo que expresa todo el amor que
puede dar por esa chica. No queda otro remedio. Hay que acompañar a la niña,
contener los sarcasmos que se le ocurren, decir al final que no está mal del
todo. Sólo quieren que alguien les asegure que será la última. -Porque otra hora, como la del comienzo de Amanecer, yo no la aguanto. Pues, tío, lamento decirte que quizá no sea
la última. Stephenie Meyer acabó con los libros. Pero aquí hay dinero.
Noomi Rapace hace un papel bien
distinto al de la trilogía Milleniumm,
al de Sherlock Holmes: Juego de
sombras, al de Prometheus.
Tal vez es lo mejor de la película. Demostrar su capacidad para interpretar
cosas tan distintas.
Aquí es Anna, una madre de rostro aniñado,
enormemente agobiada, que ha tomado una nueva identidad para ella y para su
hijo, huyendo de un esposo que les maltrataba cruelmente. A partir de cierto momento la película puede
interpretarse, básicamente, de cualquier manera. Yo tengo mi propia
teoría acerca de que ella va por ahí, sin saberlo, recogiendo espíritus
muertos que se hacen visibles cuando ella los recoge. Pero es una interpretación
tan retorcida como cualquier otra que uno pueda idear. Porque, desde luego, hay muchísimas cosas
sin explicación posible. En mi opinión se pasaron de listos y, una película que
lograba un suspense notable, pasa a convertirse en algo pesado porque deja de
tener sentido. O eso o le faltan escenas para aclarar qué
sucedió. El director y el montajista deberían mirar por casa, a ver si
encuentran el metraje que falta. Lo mismo está revuelto con el de Primer.
Asimov era honrado. Su
convicción atea le hacía construir relatos en los que sólo importaba el aspecto
científico y las explicaciones racionales a los misterios.
Carl Sagan tenía más problemas.
No quería a Dios pero necesitaba a Dios. Suprimía a Dios pero poblaba el
universo de inteligencias omnipotentes, fantasmas siderales llenos de poderes,
enigmas galácticos místicos. Mataba a Dios y se quedaba pillado por sus
diosecillos. Por eso Zemeckis lo tenía difícil a
la hora de presentarnos ese planeta que no se sabe dónde está. Debía
sorprender, impactar, no defraudar, envolvernos en un misterio inescrutable. No
el cielo, pero casi el cielo. Quiénes somos, un más allá, conocimiento... El
lugar en que está todo. La recordaba vagamente y la mención de io, en un comentario de hace tiempo, me despertó la sensación de que debía
repasarla. Y sí. Creo que merece la pena. Especialmente la secuencia inicial.
La cámara alejándose durante 4 minutos de la Tierra mientras escuchamos a qué
distancia han llegado las emisiones radiofónicas. Desde 1997 hacia atrás,
grandes noticias del pasado. Hasta llegar a la primera emisión lanzada al
espacio. El discurso de Hitler en la apertura de las Olimpiadas. Y,
claro, es lo primero que los extraterrestres nos devuelven. -Estoy lista. Estoy lista. Estoy lista.
La amistad es incondicional. Vale. Es
verdad. También sabemos que hay que dar algo a cambio para demostrarlo.
-Quid pro quo, Clarice. La cosa es que si yo quiero que mis amigos
vean CINE, por poner un ejemplo digamos que Nader y Simin: una separación, tengo que estar dispuesto a
dejarme arrastrar para ver alguna PELICULILLA. El problema es que Los amos del barrio ni siquiera llega a PELICULILLA. Está en el
género ese en que un grupo de amiguetes con pasta, se juntan para hacer la
primera gilipollez que se les ocurre. Una inmensa pérdida de dinero, tiempo y
neuronas. Y no sé cuál duele más.
1.
Wizards vs. Aliens. El título en sí ya es espantoso. Las fotos,
demenciales. El tráiler, tan malo que no pude acabar de verlo. Una prueba de
que incluso en la BBC son humanos. La excusa de que es para niños no me vale.
2. Desde que todas las películas de terror
acaban mal, se han vuelto muy previsibles. Lo contrario a las románticas con el
mismo resultado. 3. Pavorosa cartelera de estrenos esta
semana. ¿A alguien le interesa algo? Buena noticia para los mantenimientos de
semanas anteriores. 4. Bien por Dowton Abbey. Estamos en los años 20 y Rose, esa condesita flapper, era justo lo que necesitábamos.
La inmersión en el club de jazz (el
círtulo exterior del infierno de Dante) es una deriva encantadora.
Vi que había aparecido, inesperadamente, una
nueva temporada de Primeval y
me lancé a por ella como loco.
Pronto me di cuenta de que era otra cosa. No británica. Canadiense. No remake
ni continuación. En paralelo. De hecho, uno de los personajes de la serie
británica aparece en la canadiense advirtiendo a la peña del lío en que se
están metiendo. Hay un detalle que me ha encantado: el tío
del gobierno que se encarga de lidiar con
esta clase de cosas, el garito en el que está el despacho, el aburrimiento
en que vive y del que vienen a sacarle. No culos extraterrestres. Culos prehistóricos. En conjunto me ha parecido bastante más
flojita que la original británica. Pero me da igual. Salen dinosaurios.
Ethan Hawke es un escritor con
unas aficiones un tanto macabras. Acude a los sitios en que se han cometido
crímenes extraños para escribir sobre ellos. El tío se instala en la mismísima
casa de los acontecimientos luctuosos con su mujer y sus dos hijos. Manías que
tiene uno.
La cosa no le ha hecho amigos entre los
polis, así que, cuando acude a un nuevo pueblo, a investigar un nuevo crimen,
en una nueva casa, el sheriff le aconseja que se largue. Y él no hace caso. Lo único relevante, aquello que podría
haberle dado un toque original, es la cuestión de las imágenes, la iconoclastia
como solución. Pero es un recurso que apenas se menciona. Así que queda una
película más bien del montón, alargada innecesariamente. Es una vergüenza que, en pleno siglo XXI, la
gente no sepa que con luz eléctrica se ve mejor que sin ella. -No te preocupes, papá. Volveré a hacerte
famoso. Qué niña tan considerada.
Todo lo que orbita a su alrededor queda
atrapado. No hace mucho nos sorprendió con la compra de Marvel, ahora con la de
Lucasfilm.
Eso significa que se quedan con los derechos
de Star Wars e Indiana Jones. Que Spider-man podrá pegarse con Darth
Vader para rescatar a Hannah Montana
de un templo maldito. Creo que en mi lista de odios, Disney va a
adelantar definitivamente a Sony. De paso, esto demuestra que siempre puedes
caer aún más bajo. George Lucas, el tío detestado por Hollywood, el tío
que despreciaba Hollywood, el único tío verdaderamente independiente del mundo
del cine, se vende por 4.000 millones. Que no son nada si uno tiene en cuenta lo
que han dado de sí las sagas. Y Disney no podía empezar peor. Star Wars: Episodio VII para el
2015. Ya ves. Ahora sí que sabemos la fecha de inicio del
apocalipsis.
A veces me he metido, un tanto injustamente,
con actores (más que actrices) por aparecer en demasiadas películas. El caso de
Nicolas Cage es un caso aparte porque está endeudado hasta las cejas y algo
tiene que hacer para ganar dinero.
Pero, en realidad, si hay un actor que
aparece en todo tipo de producciones es un tal Heisenberg que lleva por
verdadero nombre Bryan Cranston. Me limito a citar las pelis en las que ha
aparecido en los dos últimos años. El inocente, El
profesor, Drive, Leave, Larry Crowne, nunca es tarde, Contagio, Red Tails,
John Carter, La era del rock, Desafío Total, Argo. Además pone su voz a uno de los
personajillos de Madagascar 3
y a otros en varias series de dibujos animados; también aparece de cuerpo
presente en alguna otra además de su protagonismo en Breaking Bad, claro. 11 películas en un par de años. A veces da la sensación de que no hubiese
suficientes actores en Hollywood.
Un servidor es fiel admirador de El Señor de los Anillos desde hace 30
años. No voy a escandalizar a nadie diciendo la cantidad de veces que lo he
leído porque alguien podría pensar que soy un friqui. Y no. Soy un admirador.
Un friqui es un tío que se convierte en fan
acérrimo de algo intrascendente. El fútbol, por ejemplo. Adele. Obama.
Pero El Señor de los Anillos
es trascendente, sustancialmente importante. Legendario. Así que hay cosas a las que no puedo
resistirme. Air
New Zealand es la compañía aérea
de la Tierra Media. A mí me da igual cuál sea la compañía, pero
si me prometen que los pasajeros van a ser esos, me apunto ya. Para ir a cualquier
parte. En un viaje esperado o inesperado. An Unexpected Briefingestá dirigido por el propio Peter Jackson
y podemos verle en un gracioso cameo.
Esta película tiene muy poco sentido en lo
que cuenta y en la forma de contarlo. Es más basta que una infusión de virutas
de titanio.
Formalmente arranca con vocación documental.
Pero enseguida se fractura con animaciones en pizarras, imágenes insertadas sin
mucho sentido, flashes incompletos que no aclararán nada, lentes ojo de pez,
contrapicados irrelevantes (¿a qué vienen tantísimos contrapicados absurdos?). La narrativa, por momentos, llega al
histrionismo surrealista. Lo de Marcia Gay Harden tirada en la moqueta
hablando por teléfono es ridículo. Lo aceptas por la atmósfera envilecedora que
ha creado y porque la actriz es competente. Pero es ir demasiado lejos. Lo que cuenta... En fin. No puedes, insisto,
no puedes, bajo ningún concepto, hacer una película sobre educación en la que
todas las historias son negativas, extremadamente sórdidas, cargadas de
cinismo, embrutecedoras, sin esperanza alguna. La lectura final, La caída de la casa Usher, viene a ser un buen resumen. Como si
el más torturado Poe hubiese escrito su relato refiriéndose a la
educación. Tony Kaye está llegando al
límite de su proceso hacia la locura. Quiero decir que yo no tengo la culpa de
que lo pasase tan chungo en el insti.
Primera película de James Bond que me gusta
desde que Daniel Craig se calzó el 007. Y me gusta por muy buenos
motivos.
Por la secuencia de acción de apertura.
Original. Por fin. Rodada en los mismísimos escenarios de Venganza: Conexión Estambul. Los
tejados del bazar. Persecución en coche, moto y excavadora arrasando sobre un
tren en marcha. A lo grande. Por unos títulos de crédito buenísimos.
Lástima que la canción sea de Adele. Por la estética de Sam Mendes.
Puntualmente muy elaborada y con momentos realmente bonitos. Especialmente en
las secuencias de Shanghai. Por las réplicas de los diálogos. Fluidas.
Sin forzar como en las anteriores películas. Por el malo que compone Javier Bardem. Por Q, por M (antigua y nuevo), por Monneypenny. Por ese final, rodado en tierras escocesas,
en un caserón que podría estar sacado de Jane
Eyre o Cumbres Borrascosas,
por el significado que tiene de retorno al pasado, por los huérfanos que son la
mejor simiente para el MI6, por el viaje inverso que supone cuestionar el paso
inexorable de los años. Y también, claro, porque un guionista se ha
puesto a pensar en algo más que la acción por la acción, sacando adelante esa
psiquiátrica dependencia maternal que los agentes 00 experimentan hacia M. -¿Cuál es tu hobby? -Resucitar.