Rosebud no explicaba al Ciudadano.
Sigue siendo solamente un Individuo.
Eso es lo bueno: es inagotable.
Como ocurre con todo el buen cine.
Como ocurre con la vida.
Crítica y opinión de cine y series.
El capitán Charlie, del submarino Colorado,
recibe la orden de disparar misiles nucleares contra Pakistán. El canal de la
orden, irregular, le hace dudar. Aviones americanos les atacan.
El capitán Charlie decide ir a la isla Santa
Marina, base de la OTAN, y se declara nación con armamento nuclear, 17 misiles
atómicos contra cualquiera que tenga ideas raras. En Washington hay una conspiración, el
presidente es cuestionado, un grupo de SEALS la han pifiado y son los
causantes, entre la tripulación hay quien tiene sus propias ideas. Y también el
mafiosete local. Una intriga política-militar bastante sugerente con un
arranque fulgurante. Shawn Ryan.
Hizo The Shield. No va a ir en la misma línea (esto es más
comercial), pero desde luego es una propuesta original y tiene arrestos para
plantear que un submarino americano lance un misil nuclear contra Washington.
Eso no se ve todos los días. De los pilotos que he visto hasta ahora, sin
ser muy bueno (al igual que Revolution
me parece muy apresurado. Tiro una bomba nuclear donde no hay nadie y ya está. Como si fuese una granada), es el que apunta mayor potencial.
El tráiler no me alentaba mucho, pero este
melodrama, con más de Dickens que de los Grimm, está cargado de
una potencia visual enorme. Al igual que Dickens, tiene la sabiduría
para trascender el sentimentalismo, con un ironía sutil o una dentellada
mordaz. Esmeradísima planificación, una fotografía
en blanco y negro maravillosa y una música adecuada en todo momento. Verdú
interpreta a una grandísima hija de perraca, una tipa a la que basta ver cómo
se mueve, para saber que hay que andarse con ojo con ese bicho, que más te vale
coger un avión y cruzar el charco si va a por ti. Y las dos Blancanieves, Sofía Oria y Macarena
García (muy bonita la transición de niña a adulta en la sombra de las
sábanas) lo bordan. Berger sabe que el cine mudo
se edificó sobre la estructura de melodramas baratos. Aquí fabrica uno. Pero no
barato. Te lo deja grabado en la memoria. La Blancanieves Disney, de faldita azul y blusa blanca, lleva,
desde ahora, traje de luces y tiene la cara de Macarena García. Porque,
en el fondo, siempre la habíamos imaginado así, ¿no?
1. Críticos que siempre han relativizado la
importancia de los premios, defienden los Emmy 2012 porque coinciden con sus
gustos. Ahora los premios sí aportan algo a la objetividad de su propio
criterio. Eso de ya lo decía yo. Débiles
que somos.
2. Ganó Homeland. Me parece tan inverosímil como la serie en sí. Estoy
comprobando que muchos de los que tragamos The Killing no soportamos Homeland. Y a la inversa. Nosotros vemos solidez en The Killing y agujeros en Homeland. Y a la inversa. 3. Tadeo
Jones. Me alegra y me deja ojiplático. 11 millones. 4 semanas de número
1. A este paso la próxima entrega de Indiana
Jones será un homenaje a Tadeo
Jones. ¿Indiana Jones?
Sí, las pelis de un tío que parodiaba al gran arqueólogo español. 4. Una revista publicó que Eric
Stonestreet y Charlize Theron eran pareja. Ya. Y Ron Perlman
y Ava Gardner también. Y hubo gente que lo creyó. Esto me lleva a algunas reflexiones: a) el periodismo es, cada vez más, una profesión inútil; b) no hay nada interesante que publicar; c) la prensa rosa daña las neuronas si se lee asiduamente; d) algún
periodista acomplejado dio rienda suelta a sus proyecciones.
Cuatro mujeres británicas, en 1943, se
dedicaban a descodificar mensajes alemanes. Salvaron muchos vidas gracias a su
inteligencia. 9 años después viven aburridas. Despiertan del letargo cuando un
asesino en serie comienza a matar a chicas jóvenes y deciden tomar cartas en el
asunto.
El planteamiento me parecía sugerente y se
trataba de sólo tres capítulos. Me adapté a ella aunque pronto me di cuenta de
que no era buena serie. Por una parte hay demasiada inspiración en Sherlock 1x01. Por otra parte las cuatro son un poquito cliché,
un poquito previsibles, un poquito tristes, un poquito amargadas. Poca
profundidad. Pero mientras la veía, pensaba en que The Bletchley Circle es una serie
mediocre en un país con un listón altísimo. Y esa serie mediocre es mejor que
prácticamente cualquier cosa que hacemos por aquí. Por un motivo muy sencillo:
aquí nuestro listón cultural, lo que espera la gran masa, es Gandía Shore. Y todavía hay quien se pregunta que por qué
estamos en crisis.
1929. Un día cualquiera en Leningrado (antes
San Petersburgo y hoy también).
Dziga Vertov, como muchos otros
directores antes y después que él, tenía la idea del cine-ojo, de la
objetividad total, del documentalista aséptico. Se equivocaba, por supuesto. Su
mirada, su cine-ojo, era puntillista, constructivista, futurista. Y es, desde
esos parámetros, desde los que construye el edificio de la ciudad. Edificios, fábricas, gentes; trabajo,
deportes, transportes; el lento despertar y el bullir diario. Con un montaje
aceleradísimo, imponente, casi brutal. Es el cineasta que quiere ver todo,
observar, registrar, archivar. Absolutamente todo. Tiene grandes ideas. Esas fotografías que
cobran vida, el despertar de la ciudad como el despertar de una mujer, los
incesantes paralelismos del trabajo (la mujer que cose, la mujer que monta la
película), los juegos de realidad y ficción (la gente que ve la película será
parte de la película, la montajista se monta a sí misma). Sí, he mencionado muchas veces el montaje.
Esta peli es, ante todo, un faena de las gordas para la montajista (Elizaveta
Svilova). Menudo laborón que hay detrás. Supongo que era lo que tocaba en el plan
quinquenal de turno.
Como muchas otras películas de Woody
Allen ésta viene a ser algo así como el día en que comemos las sobras de la
semana. El bizcocho que quedó por ahí, el vino del que sobró un culín, la pasta
que dejamos... Un conjunto de gags que no pudo meter en otras pelis (en
realidad tampoco podía meterlas en la presente) y los mezcla en diferentes
historias de lo más dispar.
Fama. Esa es la palabra de Roma. A Roma con amor. Aroma de Roma.
Aroma de fama. La fama efímera de Benigni en un reality show surrealista llevado al extremo, la de Alec Baldwin
vendiéndose como arquitecto de supermercados, la de Ellen Page que le
imposibilita cualquier amor estable, la de la prostituta Penélope Cruz y
su cartera de clientes de la alta sociedad, la del cantante de ópera bajo la
ducha... Fama que persiguen y odian y obtienen y
pierden. Y actúa él, después de un largo tiempo: -No puedo aflojar los puños cuando hay
turbulencias. Soy ateo.
Esa afirmación, por supuesto, la pronuncia
un tío que no lo es mucho (muy listo, quiero decir). Porque su plan infalible
para robar a los mafiosos les pondrá un asesino tras los talones. La crisis afecta a los criminales. Y los
criminales se vuelven peores. Mátalos suavemente tiene un estilo realista, sucio, rabioso.
Es un ajuste de cuentas con Obama. Los discursos que vemos y oímos,
funcionando casi como banda sonora, esa idea de América como pueblo, se ve
devastada por el contraste de las imágenes. Lo más decente que vas a ver en la película
es el bar de un aeropuerto. Lo demás son arrabales, barro, suciedad, óxido. Y
sangre. Unos personajes de conversaciones en profunda degeneración a la par que
el mundo en que habitan. Más que una película de acción (aviso a los que
esperan un pasatiempo) es un acta de defunción. Pero está bien ver a Brad Pitt, Richard
Jenkins, James Gandolfini, Ray Liotta dando vida a estos
bichos mezquinos, sin escrúpulos. Creo que en toda la película no aparece ni un
solo rastro de bondad. -América no es un país. Es un negocio.
1. Con dos años de retraso aparece Somos la noche. La comenté hace
seis meses porque pensé que ya no iba a estrenarse. Más vale tarde que nunca.
2. No le gustó Abraham Lincoln: Cazador de vampiros porque era más un biopic
que una de terror. Expectativas defraudadas. Ya verás cómo un día de estos
viene alguien diciendo que no le gusta El
señor de los anillos porque salen hobbits. 3. Siempre he considerado la obra en sí misma. No entiendo el sistema europeo que da importancia al autor (culpa
de Marcel Duchamp) ni al americano que prefiere a la estrella. ¿Por qué
a la gente le interesa la vida privada de los actores/actrices? 4. Las series británicas, incluso cuando son
malas, son buenas. Véase Dead Boss.
No es larga y, aun así, he visto poco. Porque es mala, sí. Pero algunos gags
son de lo más desternillante. Me troncho sólo con ver el careto de Christine.
La crisis también ha llegado a la señorial
mansión.
Lord Robert ha realizado una serie de
inversiones en el ferrocarril y ha perdido su dinero. ¿Cómo se salvará Downton
Abbey? Siempre es difícil, por supuesto, aventurar
los derroteros de una serie desde su primer capítulo. Pero, en mi opinión, tras
el especial de Navidad que encarrilaba las cosas, la serie ha recuperado su
pulso, tomándose las cosas con calma, volviendo a centrarse en los personajes
que tan bien conocemos. No hay saltos temporales ni espaciales que
nos descoloquen y la boda de Mary, tan esperada, viene acompañada de unos
preparativosagitados. Por supuesto. Y acompañada también de Martha. La
consuegra. La americana. Shirley MacLaine. Ese extraño ser tan fuera de
sitio. Y la Condesa viuda Lady Violet Grantham se encuentra con un frontón que
le devuelve todas las pelotas. Y con efecto. -Cuéntame todos los preparativos de tu boda,
Mary. Y veré cómo puedo mejorarlos.
No me preocupan nuevas versiones de Sherlock Holmes. Soy un adicto a Sherlock Holmes. He leído, por
supuesto, todo lo que Conan Doyle tuvo que decir sobre él. Varias veces.
Y, además, lo que otros muchos tenían que añadir. Literaria o
cinematográficamente.
He leído cosas en las que Holmes era un
papanatas y Watson el verdadero detective. He leído que la auténtica detective era
la señora Hudson. He leído que otro famoso detective, Nero Wolfe (de Rex Stout) era descendiente de Sherlock
Holmes e Irene Adler (una historia asombrosamente bien trabada). He visto la
versión de La vida privada de Sherlock Holmes,El secreto de la pirámide, las de Guy Ritchie... También la de Garci.
Pero ésta es la única de la que no quiero hablar mientras me dure el cabreo. Y
he visto series, la actual inglesa y la de hace unos años. Así que no me incomoda la versión americana
ni que Watson sea mujer. Es verdad que este primer capítulo no es muy especial.
Se está batiendo en duelo con la versión inglesa y eso sí que es un peso
pesado. Elementary es
correcta, agradable, pero nada más. Tan buena o tan mala como a
uno le quiera parecer El mentalista,
Bones, Castle o tantas otras... Hace años podría haber sido un
puntazo. Ahora... Bien. Es un episodio. Veremos.
La nueva Lost. La nueva Flashforward,
la nueva The Event, la nueva Alcatraz.
¿Será como ellas? Visto desde otro ángulo, el
post-apocalíptico, tiene conexiones con Terra
Nova o Falling Skies. ¿Será como ellas? En mi opinión, en este episodio piloto pasan
demasiadas cosas. Una cantidad exagerada de cosas. Hay una prisa enorme por
mostrarnos a Giancarlo Esposito, por matar gente que sobra, por mostrarnos
el paradero de la gente importante, por huir y volver a ser capturado, por
enseñarnos trucos finales. Por saltar al 15 años después y hacer arrancar la
trama a todo trapo. Por hacer amistades, traiciones y contra-traiciones en un
abrir y cerrar de ojos. El mundo resultante del cataclismo también
me choca un poco. No acaba de resultarme creíble. Demasiado apañado, pacífico,
asentado y conformado con el nuevo orden. Ventaja: tiene mucho potencial. Puede,
fácilmente, convertirse en algo grande, realmente bueno. Si se toma con calma
los seis capítulos previstos y culmina bien, puede aguantar.
En serio. Un día tengo que hacer un análisis
en profundidad de esta serie. Ves algún capítulo suelto y puedes llegar a la
nefasta (y justificada) conclusión de que es una tontería.
Pero cuando ves el conjunto y el conjunto
que abarca al conjunto... Bueno, 33 temporadas son demasiadas, quedémonos en
las 7 últimas, las de la nueva época. O, al menos en las temporada 5 y 6.
Cuando te sumerges en la atmósfera de la TARDIS, captas algo así como un nuevo
estilo, un aroma, un algo que tiene mucho de humor británico. Pero que va mucho
más allá. Una especie de (¿cómo llamarlo?) surrealismo humanista. Amy y Rory están para divorciarse cuando son
secuestrados por los Dalek. Los enemigos del Doctor necesitan la ayuda del
Doctor. Resulta que los Dalek tienen un planeta cárcel llamado Asylum, un lugar
en el que meten a todos los Dalek locos. Más locos que la media, quiero decir.
Y allí hay graves problemas. Una náufraga estelar lleva un año haciendo
soufflés y poniendo Carmen de Bizet
sin parar. Y los Dalek ya están hartos. Porque, entre otras cosas, ¿de dónde
saca la leche y los huevos? Y también hay un tipo que se olvidó de que
estaba muerto. Vamos, hombre. No me digas que no es un
comienzo genial.
Cinco amigos se reúnen para cenar. Una de
las comensales está embarazada y, naturalmente, alguien pregunta que cómo van a
llamar al niño. Y se lía parda. Porque da comienzo una de
esas discusiones que, alguna vez, todos hemos presenciado o de la que hemos
sido protagonistas. Una nimiedad estúpida que, por alguna razón, nuestro
cerebro eleva, súbitamente, a la categoría de trascendental. Y las derivaciones llevan a aspectos más
agrios y amargos. Y surgen reproches. Y cosas que jamás habríamos dicho. Se
destapa la caja de los truenos y se sacan los trapos sucios. En la línea de Un dios salvaje. Tan divertida pero no tan incisiva.
Desternillante en ocasiones pero con menos planteamiento de fondo. Los actores
están magníficos, muy naturales y logran imprimir un ritmo espectacular del que
suele carecer el cine francés. Si te acercas a ella ten cuidado:
-Esta es la noche sin perdón.
Mucha gente cree, todavía, que las
adaptaciones cinematográficas de los relatos de Philip K. Dick, tienen
algo que ver. Y se parecen, en realidad, como un huevo a una castaña.
Blade Runner no tenía casi nada que ver con ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?
Y la versión de Desafío total
de los 90 no tenía casi nada que ver con Lo
recordaremos por usted perfectamente. Y ésta tampoco. Cosa que, a priori, me
parece bien porque Philip K. Dick, pese a las opiniones de sus colegas y
críticos es un tostón de tío, repetitivo (para mi gusto) y, desde luego, con
mucha menos calidad literaria de la que se le supone (bastante objetivo). La peli. Una ensalada de tiroteos,
persecuciones y peleas muy entretenidas. Vacías pero muy entretenidas. Copiando
descaradamente de Blade Runner(esa
ciudad multicutural y decadente), Matrix
(¿estaré soñando?), Yo robot
(el desfile de androides), El quinto
elemento (molan los coches voladores), Cypher (ese matrimonio inducido, los automensajes), El mito de Bourne (la caja en el
banco)... y me dejo alguna. Pero muy entretenido todo. Me gustan los movimientos de cámara
videojueguiles en la pelea de Rekall, la persecución de coches levitando, la
pelea en los ascensores, el diseño en niveles de esa urbe. Y La Catarata. Lo de la gravedad cero al
llegar al núcleo de la Tierra es absurdo pero es un invento genial. Y, claro, Bryan Cranston, con una
generosa cabellera rubia. No aporta nada. Era lo que esperaba de Wiseman.
Pero si te van las tortas, aquí hay algo bien filmado, planificado y
fotografiado. Quiero decir que no es Stanley Kubrick pero tampoco es Louis
Leterrier.
Y lo han hecho bien. Primero escogiendo unas
fechas perfectas, unas semanas después de Brave y sin competidores. Y luego vendiéndosela a los chinos y
a los rusos, cosa nada despreciable. Están haciendo un taquillazo, los tíos, con
una cosa sencilla, amable y tirando a elemental. Defrauda a los que esperaban
una parodia pero funciona como peli de aventuras para niños. Arqueólogos,
tesoros, el malo, la chica, un perro y un pájaro graciosillos... Y todos los clichés:
vence tus miedos, te mentí pero ahora te digo la verdad... Pero funciona porque los gráficos son buenos
y la animación está lograda. Le falta algo de ritmo y más detallismo en los
personajes. En cuanto a la importante cuestión de si una
momia puede estar viva o no, prefiero no entrar. Cada uno tendrá su opinión y
ya hay catedráticos de arqueología estudiando el tema. Al menos espero que se
hayan puesto a ello en vez de seguir con la cerámica pintada de tradición
indígena en época alto-imperial, que fue la pregunta ladrillo de mi examen
final de arqueología. Eso sí que era un rollo.
De momento, y pese a lo que se dijo en un
inicio, los únicos que están dolidos por el precio de las entradas son los
espectadores.
Los exhibidores dijeron que los espectadores
no se verían afectados y ya ves tú. Los exhibidores, distribuidores y productores
se reunieron con el Gobierno y salieron amigos. Los actores, directores,
productores, SGAE,miembros académicos,
siempre dispuestos a armarla cuando hay un Gobierno de derechas, no han dicho
ni mu. Sí a la prensa, tímidamente, claro, pero ninguna medida real. No me digas que aquí no pasa algo raro. ¿A
qué se va a destinar ese 21% de las entradas con que Rajoy ha castigado
a la cultura? ¿Con qué ha comprado el Presi el silencio de todo el mundillo
cinematográfico? Ni idea. Nos enteraremos de qué carajo ha
pasado cuando sepamos quién mató a Kennedy, cuando las ranas críen pelo, cuando
deje de haber Soldados Imperiales en una Comic-Con. Reducir el precio de las entradas atraería
más público y más ingresos. Pero los cines renunciaron hace tiempo a eso. Ahora
quieren ser exclusivos, aristocráticos. Ir al cine se parece, cada vez más, a
ir a la ópera. Ya me estoy comprando traje de etiqueta con pajarita. Sólo que
no se han dado cuenta de que lo que ofrecen no es compatible con el público que
asiste.
Está claro que Aaron Sorkin quería
triunfar de nuevo, tal y como lo hizo con El ala oeste de la Casa Blanca. Y no quería hundirse con todo
el equipo, tal y como hizo con Studio 60.
Así que volvió a las fórmulas que sabía que
funcionaban, sólo que no funcionan igual de bien. Porque, entre otras cosas, Aaron
podría acusar de plagio a Sorkin porque hay situaciones exactamente
iguales a las de El ala oeste de la
Casa Blanca. Aaron Sorkin recicla sus ideas, porque le gustaron,
pero sus personajes son artificiales carecen de la vida natural que tenían
todos y cada uno de los componentes del presidente Bartlet. No digo que sean clichés. No lo son. Son
originales. Tan originales que es imposible encontrárselos por ahí. En cambio
yo siempre esperé poder conocer en persona a Bartlet, C.J., Josh, Leo, Donna,
Toby. Todavía me acuerdo de sus nombres. Bien es cierto que The Newsroom sólo ha tenido 10 capítulos para evolucionar. Sólo
que no parece que estén en el camino adecuado. También excesivamente artificiales los
caminos del corazón.
El problema de las películas excepcionales
es que agotan el tema y, todo lo que viene después, parece superfluo. Cuando Breve encuentro trató la infidelidad
llegó al máximo. Encontró las palabras, la forma, el fondo. El estilo perfecto
para convertirlo en imagen. The Deep Blue Sea vuelve al tema. Y lo hace muy bien, la
verdad. Con una seriedad imponente, con unos diálogos de extraordinaria
profundidad, encontrando las palabras exactas para expresar los sentimientos de
los tres implicados. Y, además, está la planificación.
Elaboradísima, minuciosa, casi obsesiva, cuidada hasta el mínimo detalle:
habitaciones, pubs, exteriores... Movimientos de cámara precisos, desarrollo
adecuado... También la interpretación hace mucho.
Magistrales los tres. Rachel Weisz, Tom Hiddleston y Simon
Russell Beale. En fin, una peli muy inteligente, sin hacer
juicios, sin valoraciones, construyendo personajes auténticos y exponiendo
claramente las distintas percepciones.
1. Chris Pratt y Alison Brie
cantando Cucurrucucú Paloma. 2. Emily Blunt y Alison Brie
hablando, respectivamente, como el Monstruo de las Galletas y Elmo. Y ya está. Otra más, otra igual, otra de la
factoría Apatow. Con el problema añadido de sus dos horas
largas de duración. La trivialidad hecha cine.
Supongo que, como el presupuesto no era
excesivamente elevado, decidieron hacer la peli, casi por entero, en un
edificio. Y un edificio cutre. Una vez decidido eso, vieron que les sobraba un
dinerillo que podían gastar, con alegre dispendio, en productos hemoglobínicos
y sanguinolentos. Litros.
-La gente entra por un sitio y la carne sale
por el otro. A Dredd le asignan una novata candidata a
juez. Y se meten en un edificio (un kilómetro de altura, cientos de pisos,
miles de personas) que controla MaMa, la reina de la droga, una psicópata de
mucho cuidado, una Lena Headey que siempre es mejor mala que buena. Aquí
lleva un pedazo de cicatriz en la cara, para que se vea lo muy mala que es. Así
que imagínate. Y ya está. Se deja ver pero es previsible en
su totalidad.
La consideran la primera parte de la quinta
temporada. Tal vez sea justo. Como temporada única se queda algo floja. Digo:
si uno la compara con las anteriores.
Lo visto hasta ahora no tiene la entidad
dramática de las temporadas anteriores de Breaking Bad, el arco argumental cerrado, preciso, minucioso,
elaborado hasta el detalle. Le falta un punto de emoción, la planificación que
nos dejaba boquiabiertos, esos comienzos y finales que te hacían relamerte los
labios y te dejaban los ojos brillantes, como recién lavados con dentífrico.
Justo ese destello. Me gustó el capítulo 4. Capítulo fortísimo.
Capítulo Skyler. Skyler es un personaje muy debatido, con numerosos
detractores. No me mojo. Me parece demasiado complejo para liquidarlo en unas
líneas. Pero el capítulo Skyler me gustó. Ese descenso a la piscina. Y, desde
luego, entiendo mejor la evolución de su personaje que ese giro final que nos
ha dado Walter White, un poco rarito y apresurado. Bien. Nos queda la sexta temporada. O la
segunda parte de la quinta, como se quiera ver. Tal vez el conjunto nos aclare
mejor las cosas.
Leí un libro de Jo Nesbo (Némesis).
No era lo que esperaba (algo tipo Hening Mankell) pero me gustó. A lo
largo de sus extensas páginas había un ritmo imparable, numerosas tramas que
parecían aleatorias pero que iban cuadrando y muchos personajes bien dibujados.
Un cruce eficaz entre la literatura
policiaca americana y la nórdica. Esta película no tiene tantas tramas ni
personajes. Pero los que hay, están hilvanados con sabiduría. Un ladrón de arte
que se ve mezclado en un lío. Una huída hacia adelante vertiginosa, cruenta y,
por momentos, salvaje. Y un poco asquerosa. Una especie de Con la muerte en los talones en
versión noruega. La extensa secuencia que abarca desde el
descubrimiento del cadáver de Ove hasta el momento en que cuenta la verdad a su
mujer me encantó. Un persecución un tanto salida de madre, con el baño en
mierda, la lucha con el perro, el hospital, el atropello con el camión, las
puñaladas en la espalda... Excelente ritmo, buena planificación. También
demasiada visceralidad. Y eso es efectista. Los noruegos son noruegos y se
despelotan venga a cuento o no. Y eso también es efectista. -Me llamo Roger Brown. Mido 1,65 metros. Y,
¿saben? Es más que suficiente. Le valió, sí. Por los pelos. Y nunca, nunca,
mejor dicho.
Tienes a Lincoln y tienes vampiros. La
peli exigía a gritos una comedia.
Pero va a ser que no. Lo raro es que se lo
toma en serio y sigue, con sorprendente pulcritud, los hechos biográficos de la
vida de Lincoln: su vida en Springfield, su matrimonio con Mary Todd,
la muerte de su hijo, la Guerra de Secesión, la batalla de Gettysburg... y el
papel que los vampiros desempeñaron en todo el tinglado. Así que no me extraña que a mucha gente le
eche para atrás. Si vas a ver una peli de vampiros no quieres un biopic en el
que, de cuando en cuando, se sirven unas chuches. Pero no está mal del todo. El
problema es que, como pretende repasar toda la vida de Lincoln, acaba
por volverse muy episódica y fragmentaria. Y, claro, como dirige Bekmambetov hay
secuencias espectacularmente absurdas como la de la estampida de caballos o la
del tren. Le gusta mucho destrozar trenes a Bekmambetov.
Una vez más debo a e el visionado de
esta película.
Me dijo, en un arranque emotivo, que era la mejor
película. No puedo decir tanto. Pero creo que sí es la mejor película
romántica. O, más exactamente, es La Película Romántica. Aunque, la verdad, hay muchísimas lecturas
encerradas detrás. Es muchísimo más compleja de lo que pueda parecer. Hay una
primera interpretación literal, un cuento de fantasmas. Hay una interpretación
psicológica o, en realidad, dos, sobre la imaginación de los niños y sobre la
pérdida de ésta en la edad adulta. Hay una interpretación que podríamos llamar
religiosa, aunque esta palabra no sea exacta, acerca de la fe, su pérdida y su
recuperación. Hay una interpretación acerca del amor, de su permanencia más
allá del tiempo, de los desengaños, de su lealtad; del falso amor reducido a
deseo. Hay una interpretación acerca de vivir la vida o vivir de sueños. Hay
una interpretación acerca de los límites entre la realidad y la ficción. Y muchas más. Tal vez una para cada persona.
Tal vez una distinta cada vez que se ve. Necesitaría un estudio profundo.
Espero que alguien lo haya hecho. Hay, actualmente, muchas pelis y series de
trama fantástica donde la heroína ve su amor dividido entre un ser sobrenatural
y un humano o entre dos seres sobrenaturales. Deberían empezar por ver El fantasma y la señora Muir. Aprenderían
algo y nos ahorraríamos muchas tonterías. Geniales Gene Tierney y Rex
Harrison. Magnífico George Sanders uno de los mejores caraduras
canallas que ha creado el cine. Y, de propina, una Natalie Wood niña. La
dirección de fotografía para quitarse el sombrero. No hay problema. Los espíritus pueden
esperar.
Mafia china. Mafia rusa. Polis corruptos.
Políticos corruptos.
Y en el epicentro de este tinglado, dos
personas. Una niña china con memoria fotográfica que no olvida nada y... Jason
Statham. Restaurantes, bares, hoteles y calles se
convierten en un caos. Statham va dejando a su paso un reguero de
cadáveres y en New York se decreta el estado de sitio: puentes, carreteras,
accesos cortados. ¿Se puede ser más fantasma? Pues nada. Ahí está. Una ensalada de
persecuciones, peleas y tiroteos sin medida para los que disfrutan soltando
adrenalina, rebobinando para ver cómo fue ese último piño que endilgó nuestro
chico. Iba a decir que, además, el tío ni se
despeina. Pero claro, está calvo. Así, cualquiera.
Para todos aquellos que aún usan sombreros
de ala ancha, chupas de cuero, botas pardas y espuelas. Para los más duros del
barrio. Para los hombres que arreglan las cosas a guantazos. Para los
nostálgicos de una vida menos urbana.
O para los que nos gustaría todo eso. -¿Qué le está pasando a mi pueblo? -Es el progreso. Aunque sea una serie procedimental, cabe
achacarle lo poquísimo que desarrolla los elementos seriales. Ha tenido 10
capítulos para profundizar algo más en lo que pasó en Denver, en la relación
turbulenta con su hija, en su peculiar tira y afloja de tenso (muy tenso)
romanticismo con Lizzie, en las elecciones a sheriff con su subordinado como
oponente. Casi todos estos elementos estaban ya en el piloto. Y apenas ha
ocurrido nada más. La han renovado para otra temporada. Si
vuelve a salir en verano, cuando no hay nada mejor, quizá me anime a seguir con
ella. Pero hay que poner más carne de venado en el asador de la barbacoa.
Tengo que confesar que esta clase de
películas no las entiendo.
Puedo aceptar una de acción y tiros, de
frenesí incesante, siempre y cuando me ofrezca alguna clase de novedad. Por
ejemplo, la peor película de Jackie Chan ofrece alguna coreografía
imaginativa. Los mercenarios 2
no. Son los puñetazos, tiros y explosiones de siempre. Y puedo aceptar que en una de acción te
vayan introduciendo toques de comedia. Ahí tenemos la reciente Los Vengadores donde lograban
diversión por la interacción de los personajes. Los mercenarios 2 no. Desaprovechan ese reparto. Y mira que tienes posibilidades paródicas si
cuentas con Sylvester Stallone, Jason Statham, Arnold
Schwarzenegger, Bruce Willis, Chuck Norris, Dolph Lundgren,
Jet Li, Jean-Claude Van Damme... Y una mercenaria: Nan Yu. Gracia, lo que se dice gracia, sólo Schwarzenegger
diciéndole a Bruce Willis: -Yippi-kay-ay. O diciendo al ver a Chuck Norris: -Sólo falta Rambo. Pero, oye, hay gente que disfruta con estas
revisiones ochenteras que le ofrecen siempre lo mismo. A mí me parece una
visión muy pobre de lo que es el cine. Pero hay gente que no pide más.