Rosebud no explicaba al Ciudadano.
Sigue siendo solamente un Individuo.
Eso es lo bueno: es inagotable.
Como ocurre con todo el buen cine.
Como ocurre con la vida.
Crítica y opinión de cine y series.
Corrígeme si me equivoco. A mí me ha dado la
sensación de que la película es una excusa para machacar a los franceses. Roma
y Londres son capítulillos para disimular.
El núcleo, lo importante, es Montecarlo. Y,
desde luego, la capitana de Control de Animales, Chantel DuBois, es un
personaje minuciosamente diseñado (oh, rien
de rien) para ser vapuleado, sacudido y humillado una y otra vez. Y yo le saco cierto parecido a Marion
Cotillard. Otra entrega más, loca, veloz, agotadora. 80
minutos a ritmo de vértigo llena de tópicos, salvada por unos cuantos gags
graciosos. Quizá es lo único que había que esperar y no
se le puede pedir más. Y, ya puestos con Francia, no sé qué va a
pasar del 31 de julio al 22 agosto. Estaré en París y quizá haya entradas
nuevas en el blog, quizá no. El objetivo prioritario será patear las calles de
la ciudad de la luz, lo demás está por ver.
Girls está de moda. Girls en todos los blogs. Girls hasta en la sopa.
Las grandes audiencias nunca han sido
criterio de nada. Bueno, sí: significa que hay algo que ve mucha gente. Nada
más. No me preocupa que algo lo vea mucha gente porque sé que no guarda la más
mínima relación con la calidad. Me preocupa más cuando la crítica en bloque
comienza a rendir pleitesía a cosas que no la merecen o que deberían estar
mucho más matizadas. Teníamos a Game
of Thrones, teníamos recalcitrantes de The Walking Dead (sí, todavía queda algún crítico defendiéndola)
y ahora está Girls. La responsable de todo esto es una tal Lena
Dunham a la que, de repente, todo el mundo venera. La chica consiguió que Judd
Apatow produjera su serie y, como es joven, se considera que es
inteligente, astuta, brillante. Maldita sea. Como si fuese el puñetero genio
de Orson Wells reencarnado. ¿Es que no se han fijado en que Judd
Apatow, Lena Dunham y Girls
son (casi) los polos opuestos de la sutilidad, el ingenio y el arte? Esa idea
de Hanna Horvath de ser la voz de su
generación es de una pretenciosidad megalómana. Pero es, por desgracia, el
reflejo de Lena Dunham. Y, por desgracia, muchos críticos le están
riendo la gracia. Cuatro capítulos es lo más que puedo concederle a la
vulgaridad. Eso sí. Me apuesto la colección de Soldados
Imperiales a que la chica pone de moda a las gorditas en el cine. Aunque, por
otra parte, buen cuidado tuvo en el póster para adoptar una pose que ocultara
los michelines. Los michelines de su generación.
Un ejemplo de cómo desperdiciar millones en
hacer que una superproducción se asemeje lo más posible a una chapuza de serie
B.
Un ejemplo de cómo los actores son capaces
de trabajar sólo por dinero. Cualquier ser humano que sepa leer se daría cuenta
de que el guión de Batman y Robin
es... inexistente. Un ejemplo de cómo Arnold
Scharwarzenegger, George Clooney, Uma Thurman, Chris O'Donnell
y Alicia Silverstone pueden dar lo peor de sí mismos. De Elle
MacPherson no digo nada porque ni siquiera es actriz. Un ejemplo de cómo la acumulación lleva al
desastre. Fries, Poison Ivy, Bean, Batman, Robin, Batgirl podrían haber dado
para una película cada uno. Aquí alguien veía el final de fiesta y decidió
inmolarlos a todos juntos para hacer de ellos un mejunje absurdo. Batman y Robin no es sólo la peor peli de Batman sino que,
además, existe un amplio consenso en considerarla una de las peores pelis de la
historia. Basta con escuchar algunos diálogos, basta
con ver el inicio (Batman y Robin luciendo trasero y paquete en látex) para
saber por qué algunas cosas jamás deberían haberse hecho. Infame.
Y luego, con Joel Schumacher, vino el
desastre, la versión kitsch, colorista, grafitera y de neón.
Estaba Jim Carrey (Enigma) en su
papel más insoportable por increíble que pueda parecer; Tommy Lee Jones
(Dos Caras) sin tener ni idea de lo que hacía, pensando que tal vez su
personaje era el Joker, motivo por el que no hacía más que imitar a Jack
Nicholson; Nicole Kidman, espantosa, en uno de esos personajes de
adorno que no tienen nada que aportar a la historia. Además pensaron que Val
Kilmer daría mejor el pego como Batman. Gran error, obviamente. La trama apenas tenía sentido y se iban
inventando trajes, gadgets, situaciones, escenarios a medida que los
necesitaban. Batman Forever fue un intento de alejarse del oscuro mundo
de Burton. Y Joel Schumacher no supo qué hacer. Pero no pasaba
nada. Aún tenía otra película por delante para demostrar que podía dirigir aún
peor. Irónico y afortunado: Christian Bale, con 15
años menos por aquel entonces, se presentó a las audiciones para ser Robin.
Visto en retrospectiva, que no le escogieran fue lo mejor que le pudo pasar.
La película fue bastante criticada por sus
elementos cómicos, porque Batman salía poco y por otros motivos más razonables.
Sin embargo me parece extraordinariamente perturbadora, superior en ocasiones a
la primera.
Creo que es un trabajo muy psicológico. No
sobre la psicología de Bruce Wayne/Batman, ni sobre la de Selina Kyle/Catwoman.
El Pingüino me pareció en su momento, y todavía me lo sigue pareciendo hoy, una
personalidad tremendamente inquietante, mucho más que el Joker. En realidad una
de las personalidades más angustiosas que ha creado el cine. Una mente
perturbada en el verdadero sentido de la palabra, algo que va más allá de lo
que normalmente se entiende con ese término. Una psicología inaccesible que
sublima sus obsesiones. Fantástico Danny DeVito. Si Tim Burton no hubiese revestido de
cierta coña algunas escenas, sería una película difícilmente soportable. Los
padres que arrojan a su bebé al agua helada, el Pingüino devorando pescado
crudo en la fiesta, los disparos a la muchedumbre de la plaza, Batman
prendiendo fuego a un malo... Creo que aquello por la que fue criticada es lo
que permitía verla sin que sintiésemos un repudio hasta la náusea. Y, bueno, después del destrozo sistemático
que hizo Halle Berry de Catwoman,
Michelle Pfeiffer no me parece tan mal. Pero mira que el cine ha
torturado a este personaje. Hollywood tiene una deuda con ella. Anne
Hathaway no lo ha arreglado mucho. Ni siquiera llevaba látigo, imagínate. -Cariño, ya estoy en casa. Vaya. Siempre se
me olvida que no estoy casada.
Tras la trilogía de Nolan sentí la
urgente necesidad de repasar la visión de Tim Burton, la otra óptica, la
mirada expresionista.
Hay cosas en la película de Burton
que quizá se queden anticuadas. Jack Nicholson, como el Joker, ha sido
superado por Heath Ledger. O el mismo traje de Batman, que parece
diseñado por su peor enemigo, es decir, el Joker. Pero ese expresionismo es maravilloso. No
creo que la ciudad de Gotham haya sido mejorada. Esos edificios tan renegridos,
tan góticos, tan siniestros, explican mejor una ciudad en decadencia, una
ciudad corrupta desde sus mismos cimientos que crece enmarañada en la codicia. Y se puede rastrear mucho cine tras su
estética. El jorobado de Notre Dame
(Labella y la bestia. Claro, que si me lo dice otro, le arranco los
pulmones), Vértigo, Metrópolis e, incluso, El gabinete del doctor Caligari. Me
encanta el batmóvil atravesando ese bosque falso, de diseño, concebido más como
algo emocional que narrativo, camino de la batcueva. Fue un buen Batman, sí señor. Por aquel entonces Tim Burton aún
tenía ideas y todos éramos más jóvenes. -Gotham. Siempre recuerdo esa ciudad con una
sonrisa en los labios.
¿Que no es de Sam Raimi? Una obra maestra para ser de Jon Favreau. ¿Tampoco? Pues entonces, si es de Christopher Nolan,
es una película de medio pelo. Sobre todo porque, hasta ahora, la calidad de
los guiones y la atención a los detalles, eran marca de la casa. Y, mira tú,
aquí hay muchas aguas. Desde que Bane declara el estado de sitio la cosa no
funciona. Catwoman dejándose pillar por la poli, sin más ni más. Montamos una trampa
para matar a los polis pero luego les dejamos vivos para que escapen. Ahora
ganan los anarquistas, cambiamos de plano y ganan los polis. La pelea callejera
de Batman y Bane parece un chiste. Un chiste malo. En
cuanto a la banda sonora, Hans
Zimmer se ha pasado dando la matraca con el tambor, dale que te
pego, tapando casi las conversaciones. Me gustaron muchas cosas, claro. La democracia
capitalista corrupta a un paso de la anarquía total. Muy actual. La
presentación de Robin. Los juicios sacados directamente de las páginas de El proceso de Kafka (muy
gracioso Cillian Murphy). Me gustó sobre todo la escena en el tejado,
cuando Batman se vuelve y Catwoman ha desaparecido. -Así que esto es lo que se siente. Pero, en conjunto, me ha parecido que son
dos horas y cuarenta minutos para contarnos una anécdota doméstica: por qué R'as
Al Ghul contrató a un canguro y luego lo despidió.
Arranque fuerte, de una brutalidad
imponente. Una Allison Janney casi irreconocible (una pierna por ahí, el
resto del cuerpo por allá) entre tanta sangre y ruido.
Lo vi y pensé que tenía ante mí dos horas y
media de drama en plan Magnolia.
Iba a pasármelo pipa sufriendo durante un buen rato. Pero no. La peli pierde fuelle de inmediato.
Ojo. No es mala. Tiene muchas cosas sugerentes. Pero le sobra una hora bien a
gusto, le sobra la cámara lenta (qué manía), los minutos filmando edificios,
las tramas sin relevancia, los insertos absurdos de ballet y otros pequeños
anecdotarios que no aportan absolutamente nada. Margaret se refiere a un poema de Gerard Manley
Hopkins que lee Matthew Broderick. Esa es la liviana conexión y la
esencia. Anna Paquin es la prota, que miente en su declaración y,
después, tratará de aliviar su conciencia de forma acertada unas veces y
muyextrañas otras. Y aparecen Matt Damon (como no), Jean
Reno, Mark Ruffalo, Olivia Thirlby... Un buen reparto que
hace llevadero los defectos. Ese final, la ópera como catarsis, es
demasiado pretencioso. Excesivo para mi gusto.
Tenía opciones para ofrecer un giro de
originalidad al cine policiaco.
Un pueblo en la costa de Irlanda, tráfico de
drogas, un agente del FBI (Don Cheadle) que se deja caer por allí en tareas
de cooperación y un sargento local de la policía (Brendan Gleeson)
irlandés. En realidad un bruto irlandés. Un capullo
irlandés. Un políticamente incorrecto irlandés. Un irlandés de los pies a la
cabeza que hace las cosas a su manera. Y, mientras el resto de la policía está
untada, a él no le importa que muestren unas fotos suyas con un par de
señoritas de compañía. De hecho, encantado. Ese cóctel cultural y el modo imprevisible
en que transcurre buena parte del guión, debería haber desembocado en algo
fresco. Pero, de pronto, unos saltos temporales precipitados y todo se vuelve
rutinario y previsible, con final de manual, desangelado y tosco. Una lástima.
Walter
White soy yo. Eres tú. Es la
naturaleza humana. Me asustan esos moralistas que no soportan Breaking Bad porque Walter White es
malo. Me asusta esa gente que se considera tan perfecta que no cuentan con la
posibilidad de convertirse en Heisenberg. Esa gente sí es peligrosa.
Digo esto porque he estado leyendo. Haciendo
tiempo para la espera. Y se ha escrito mucho e incluso hay debates interesantes
en algunos sitios. Walter White (y este capítulo lo refleja de
modo impresionante) tiene la pavorosa lucidez del seréis como dioses. Es alguien capaz de decir esta frase
atronadoramente silenciosa al final del capítulo: -Te perdono. Y el porque yo lo digo y el porque yo gano.
Yo. Walter White ha llegado, definitivamente, a la frontera que marcaba Chesterton:
tan cerca de creerse Dios que está aún más cerca de volverse loco. Pues sí. Ha vuelto. Con un plan en el que
van incluidos unos imanes. Divertidísimo. Idea de Pinkman, por cierto. Qué
grande es Pinkman. Aunque debería estar corriendo lo más lejos
posible.
Me gustaban los cortos de Nacho Vigalondo,
la verdad. Esperé con interés el primer largo, Los cronocrímenes. Y me llamó la atención que Vigalondo
tuviera tan pocas cosas que decir. A ver si a la segunda... Y la segunda fue Extraterrestre. Aquí no es que tenga poco que decir. Es que,
simplemente, no dice nada. Muy mal escrita (el guión es terriblemente pobre y
descuidado), mal dirigida, mal iluminada, mal sonorizada, mal montada... Que Carlos sea tonto no significa que el
espectador lo sea. Y la trama se fundamenta en ello: asumir que somos tan
tontos como Carlos para que el final tenga algún sentido. Que Carlos no se
entere de que su novia le pone los cuernos no significa que nosotros no lo
sepamos. Que no nos vayamos en el momento del ovni igual a taza de café, no
significa que lo hayamos aceptado. Que Vigalondo nos ponga los flashback en plan El sexto sentido por si no lo hemos
pillado es vergonzoso. Una peliculilla bastante lamentable en la
que es difícil rescatar algo.
Tres magníficos capítulos iniciales, tan
ciberneurales, tan Matrix.
Holly apareció en la cuarta temporada de Eureka. Pero a todos nos conquistó
de inmediato esa científica sonriente y desenvuelta, con sus vestidos de
colores imposibles, su cháchara precipitada, su bondad arrolladora. -Todo el mundo está tan triste... Ponedme al
día para que yo también pueda estar triste. Por eso, cuando la mataban, no nos lo
podíamos creer. E hicimos bien. Poco después descubrimos que
seguía en la matriz cibernética. Sacar su mente y devolverla a un cuerpo se convirtió en una locura. Pero cuando
estuvo de vuelta fue peor y desencadenó acontecimientos imprevisibles. Incluso
para Eureka. El último capítulo, cierre final, me pareció
un poco precipitado. Creo que todos esos personajes se merecían más. Algo más
que unos agujeros de gusanos normales y corrientes. Se volvió un poquito más dramática que en
otras ocasiones, menos divertida. A veces parecían darse cuenta y volvían a su
ligereza. En fin. Se terminó. Otra serie friqui que se
nos va. Ojalá algún día aparezca un spin
off con el proyecto súper secreto DARPA. Nos reencontraríamos con Holly y
Fargo. ¿No sería genial?
Tenía muchas ganas de echar el guante a esta
película.
Fue el primer largo de Christopher Nolan,
de 70 minutos de duración, rodado en blanco negro y con un presupuesto ínfimo.
Pero con toda la esencia de su cine incrustado en cada fotograma. El prota es un tipo que sigue a la gente. Al
azar. Nunca más de una vez. Pero rompe las normas, alguien resulta más
misterioso que otros y descubre a un ladrón. O, mejor dicho, el ladrón le descubre
a él. Genial ese montaje de múltiples flashforward dentro de un largo flashback, anticipándose a los acontecimientos.
Una peli inquietante, desasosegadora y con un suspense de manual de Hitchcock.
Rubia incluida. Pero me gustan, sobre todo, algunos pequeños
detalles. El icono de Batman
en la puerta del protagonista. ¿Quién le iba a decir a Nolan que eso
tendría tanta relevancia años después? O el hecho de que el ladrón que indaga
en los secretos de la gente se llame Cobb, exactamente igual que el ladrón de
sueños de Leonardo DiCaprio en Origen.
Nueva Orleans se va al infierno. Alguien tiene que hacer algo.
Laura es violada. A Will, su marido, le proponen un pacto: una
organización se ocupa del culpable y, a cambio, él debe un favor. Y Will se ve metido en una red de asesinos anónimos. Supongo que, por aquello de ser Nueva Orleans, han copiado la estética
de Treme, con todo ese ambiente sucio y polvoriento y mugriento y
cutre. Pero no le acaba de cuadrar del todo a un thriller. En la trama hay suficientes sorpresas y giros pero sin pasarse. Alguno
de los giros incluso me encantó. Sin embargo todo suena a prefabricado, a ideas
múltiples tomadas de aquí y de allá. Dos cosas hay que reconocerle a Nicolas Cage. La primera es que
escoge bien las compañías. Esta vez con January Jones. Y Guy Pearce
en reverso tenebroso. La segunda es que escoge mal a qué pelis se apunta:
desastres de taquilla. Ghost Rider: Espíritu de venganza, Bajo
amenaza, Furia ciega, En tiempo de brujas, El
aprendiz de brujo... Dichoso conejo hambriento y saltarín.
Una romántica del montón. Una de esas que los franceses te venden como
si fuese la repanocha, el rien ne va plus,
como si fuese cine inteligente, como si fuese americana pero con el sello de la
profundidad europea. Pero no. Es otra en la que Audrey Tatou
sigue viviendo de las rentas de Amélie,
el cebo que no falla. Y ya está bien, chica. Diste el pelotazo, pero ya está
bien. Ni suficientemente liviana para ser comedia,
ni suficientemente intensa para ser drama, ni tan hábil como para que el título
haga honor. Tiene algunas buenas escenas y algún que
otro gag curioso. Es extrañamente ingeniosa a la hora de elaborar la transición
entre algunos planos. No aburre pero no emociona. Creo que sobra la primera
media hora (noviazgo, matrimonio, viudedad). Yo habría empezado a saco, en el
momento tras el funeral, porque si lo piensas un poco, toda la historia con François
no aporta nada a la trama posterior. En una cosa sí estamos de acuerdo: no hay
nada más siniestro que el café descafeinado.
Los Emmy, como los Oscar, no me dicen mucho.
Se mueven tantas cosas en segundo plano que no es posible un mínimo de
dignidad. Que este año estuviesen nominadas a los Oscar, como mejor película, Caballo de batalla y Tan fuerte, tan cerca, es
inquietante.
Así que no entro en quinielas. Sólo quería hacer una reflexión acerca de la
interpretación. Una de las razones (entre otras muchas) por las que me encanta Fringe es por sus interpretaciones.
Hemos visto a Anna Torv interpretando a Olivia, Altivia, otra Olivia en
otra línea temporal, Olivia poseída por Bell... Hemos visto a John Noble
interpretando a Walter, Walternativo, el Walter de la otra línea temporal, el
Walter del futuro... Y, a veces, varias interpretaciones dentro de un mismo
capítulo (el mismo plano), cuando los universos paralelos contactaban. Joshua Jackson
es muy soso. Pero Anna Torv y John Noble despliegan un auténtico
recital que debería reconocérseles una y otra vez. Por poner un ejemplo, es muy fácil para Jon
Hamm poner cara de Don Draper. Todos podemos poner cara de Don Draper. Don
Draper puede ser un personaje descomunal pero es muy fácil de interpretar. Son
dos cosas distintas que la gente no pilla, o no quiere pillar. Hay que terminar con la dictadura de los
dramas. Pero nadie hace huelgas por eso.
Ya hemos visto Spider-Man. Pero esta versión es más fiel al cómic, más
tranquila, empezando por los cimientos. Está Gwen Stacy (bien Emma Stone),
nos ha presentado de pasada a Norman Osborn, no se han cargado al Lagarto,
aparece Martin Sheen como tío Ben y parece que la cosa fluirá sin prisa. Pero ya hemos visto Spider-Man. Volvemos a la muerte de los padres, de tío Ben, la
picadura de la araña, la adquisición de poderes, todo poder conlleva una
responsabilidad... Andrew Gardfield
me deslumbró en Nunca me abandones.
Aquí hace un Spider-Man
auténtico, dramático, cómico... Muy bien en la muerte de tío Ben, en el momento
que pide salir a Gwen y, sobre todo, en la escena del ladrón de coches. Puro
Spidey, genuino trepamuros, divertido lanzarredes. Ahora que Marvel pertenece a Disney se ve
que adopta la misma técnica que con los dibujos animados: princesitas para
niñas, una y otra vez, Spider-Man
para menores de 17 años, una y otra vez. Supongo que Avi Arad ya está pensando, además de en las secuelas, en
cómo reiniciarla dentro de 10 años.
Esta es una película que no pienso ver ni
aunque me paguen. Es lo nuevo de Adam Sandler, en la línea de Jack y su gemela, la triunfadora de
los Razzies del año pasado.
Pero me han llamado la atención las
diferencias entre el cartel americano (arriba) y el español (abajo). Pongo dos
fragmentos para que no me estropeen la estética habitual de las entradas. Pero,
si quieres, puedes buscar Desmadre de
padre o That's my boy,
el original inglés. A ver si tú encuentras más diferencias. Que hayan invertido la posición de los
personajes ya es bastante raro. Pero lo de censurar la bandera de los Estados Unidos me
fascina. Me produce una sacudida en la imaginación que me tiene subyugado. Primero por el acto de censura en sí. ¿En
qué puñetero país vivimos? Esto no lo hacían ni en la Unión Soviética en
tiempos de Stalin. Podían no aceptar películas americanas. Pero si
aceptaban una, la aceptaban con todas sus consecuencias. Que esto pase en
España en el siglo XXI me sobrecoge. Y, después, me asombra porque no entiendo
qué tipo de sesos revueltos tiene en la cabeza alguien que se dedica a hacer
semejante clase de cosas. Tal y como son los americanos igual les
ponen una demanda. O nos invaden. Harían bien, la verdad. Por lo menos nos arreglarían la crisis. Y
volverían a poner la bandera en su sitio.
Aquí hay una pandilla de señores
(butroneros, delincuentes, destructores, terroristas intelectuales) que entran
a saco en Psicosis, mangan la
figura de Norman Bates y deciden hacer una serie con él. Y la echan por la televisión americana, sin
miedo a que les llamen piratas o a que les metan en la cárcel o a que algún
psicópata les apuñale en la ducha. Y llamarán piratas a alguien que se la copie
y la cuelgue en internet. Y me dirán que es que tienen los derechos. Pero qué derechos ni qué leches. Habrase
visto. Porque me importa un pimiento que tengan los derechos. La mera
existencia de Bates Motel
significa que hay unos señores que no tienen la más mínima idea de lo que es
una obra maestra del cine. El hecho de que se aprovechen de un icono ya creado
y sean incapaces de crear uno ellos mismos, implica que la serie no debería
existir. Y, por si fuera poco, dicen que es una
mezcla entre Twin Peaks y Smallville. Que es como decir que es
una mezcla entre Los Soprano y
La casa de la pradera. De una cosa estoy seguro: a Alfred Hitchcock
le habría importado bastante poco que la gente piratease Psicosis, pero no le gustará nada, ni un poquito,
que hagan esto con Norman Bates. En fin. Vivimos en un mundo absurdo. Tan absurdo que, cuando la echen, la veré y,
probablemente, me guste. ¿Cómo puedo ser tan miserable? Pues porque me
gusta Hitchcock y estoy encantado de revisitarle aunque sólo sea en un
atisbo que nos lo recuerde.
Good Christian Bitches, después de la queja de algunas
asociaciones cristianas, se quedó en GCB.
Cosa que aprovecharon los países de lengua española para traducir como Golfas, cursis y beatas.
Si juntamos todo, queda algo así: Buenas,
cristianas, perras, golfas, cursis y beatas. De las seis palabras sólo una
tiene sentido: cursis. Esto prueba que uno no debe criticar las
cosas antes de verlas. Las asociaciones cristianas se habrían evitado
publicitarla y, al mismo tiempo, habrían comprobado que la serie es una
nadería. Menos ácida, menos mordaz, menos agresiva de lo que pretende y de lo
que cabría esperar. Una tontada concebida como comedia sin
gracia. Un motivo excelente para que la cancelaran en el cuarto capítulo. De no
haber recibido publicidad gratuita no habría llegado a tanto. Y eso es una excelente noticia. No sólo por
el hecho de que cancelen una cosa absurda, sino porque, de paso, liberan a
nuestra actriz de bolsillo favorita, Kristin Chenoweth, permitiéndole
que, en la próxima temporada de The
Good Wife, la veamos como un personaje habitual, una periodista
husmeando en la vida de los Florrick. Y eso pinta muy bien. Gran fichaje, sí
señor.
No. No hace referencia a The Wire. Es el lugar en el que
murió Edgar Allan Poe. Y la película se parece, más bien, a Seven. A un asesino en serie le ha
dado por reproducir los asesinatos de Poe y la policía solicita
desesperadamente la morbosa imaginación del escritor. Creo que funciona razonablemente bien como
trama policiaca. Y me ha gustado bastante el que los guionistas se hayan
esmerado en los diálogos, en citar numerosas frases de Poe y en crearle
diálogos apropiados. Eso no se suele ver en el cine de hoy. Un cierto respeto
por el modo de hablar y decir de otras épocas. En una escena confunden el sombrío goticismo
con el gore (el crimen referido a El pozo y el péndulo) demasiado
semejante a Saw. Y teniendo en
cuenta que dura dos horas, sobran la casi huida de Emily, la casi captura del
asesino en el bosque y algún que otro casi que, solamente, alargan la trama con
el propósito de crear tensión pero que acaban por fatigar. John Cusack un poco histriónico,
aunque lamento decir que vi la película doblada.
Si ves Ice Age 4 en el cine, podrás ver, antes, un corto sobre Maggie
Simpson en la guardería. Ya sabes que detesto Los Simpson. Puedo decir que este corto es lo mejor que he
visto. Entre otras cosas pone de relieve el grave
problema de la serie. Hay un único chiste ingenioso. Quienes lo pillan tienen
la culpa de que se difunda, entre todas las clases sociales, la idea de que Los Simpson es inteligente. El resto de cosas es para el público
mayoritario. Como eso sí lo pillaban (demonios, lo pillaban hasta los peques)
se consideran mentalmente en una altura cultural de nivel superior, con un
coeficiente intelectual que nada tiene que ver con el real. La idea ingeniosa es que la guardería de
Maggie, llena de todo tipo de vigilancia (la niña tiene que pasar chupete y
lacito por el escáner) lleva el nombre de Ayn Rand. Luego hice la prueba con unos amigos y sólo uno lo entendió. Si lo has pillado estás autorizado a decir
que Los Simpson es inteligente (aunque eso es ir un poco lejos).
Si no lo has pillado, por favor, busca otra excusa para decir que te gustan.
Pero esa no. Yo, personalmente, opino que Los Simpson, una vez al año era, simplemente, ingeniosa.