Rosebud no explicaba al Ciudadano.
Sigue siendo solamente un Individuo.
Eso es lo bueno: es inagotable.
Como ocurre con todo el buen cine.
Como ocurre con la vida.
Crítica y opinión de cine y series.
Como cada año, huyendo de las listas,
intento encontrar una peli que me haya sorprendido. Una película que me haya
gustado de un modo muy especial, algo subjetivo, pero que sea defendible
artísticamente.
Y este año ha sido muy difícil porque
sorprender, lo que se dice sorprender, no ha habido mucho. Pensé en Frankenweenie, la resurrección de Tim
Burton, stop-motion, 3D, blanco y
negro. Y no cayó en la tentación de usar un poquito de color aquí o allá. Pero la
historia ya nos la había contado. Así que me decanto por Las nieves del Kilimanjaro. Una
película de imponente actualidad, narrada como un cuento para adultos, con una
máscara de liviandad, pero con una profundidad que crece cada vez que uno la
piensa. Porque es, ante todo, una reflexión acerca
de la sociedad, de su núcleo, de cómo la familia y los amigos son el centro y
de cómo los políticos han asumido el peso sin tener, en realidad, ni idea de
qué hacer con ello. Y sin didactismos. Narrado desde la
perspectiva cotidiana, natural, fresca y tierna de unas personas que aprecian
las cosas buenas de la vida. Si ya la he visto tres veces, algo tendrá.
Antes de ¡Rompe Ralph! Nos ofrecieron un corto: Paperman.
A mí me parece una costumbre muy sana que
debería extenderse. En lugar de colocarnos tres o cuatro tráileres que todo el
mundo ha visto ya en internet, los cortometrajes resultan mucho más
interesantes. Paperman es una gran historia encerrada en un
contenido sencillo. El blanco y negro existe para que el rojo de una mancha de
carmín, en una hoja de papel, destaque como el símbolo que es: lo que permanece
tras el breve encuentro. Y, después de utilizar una resma para tratar
de comunicarse, hay que arriesgarse y emplear la última hoja, hay que
desprenderse del símbolo, del recuerdo y jugarse el todo por el todo. Una historia romántica original con su toque
mágico condensada maravillosamente.
Si eres de los 60, esta peli no es para ti.
Si andas por los 30 o menos, la disfrutarás. Pero si naciste en los 70, con la
eclosión de los videojuegos, si chupaste tanto biberón como Atari, tantos
tigretones como arcade, entonces vas a flipar.
¿Por qué Brave, siendo de Pixar, se parecía a Disney y ¡Rompe Ralph!, siendo de Disney, se
parece a Pixar? Porque debido a esos noviazgos turbulentos, esos maridajes de
conveniencia y esos adulterios de dominio público, las dos compañías son un
jaleo. Y John Lasseter ha estado más pendiente de ¡Rompe Ralph! que de Brave. Y se nota. Geniales los cuatro personajes principales:
Ralph, Félix, Vanellope y Calhoun. De los píxeles a la exquisita definición,
del Pac-Man a Halo. Plataformas, carreras (con
chuches), shooter, bichos alienígenas,
princesas y Mentos con Coca-Cola. Un catálogo iconográfico pop y videojueguil
para todos los públicos. Si naciste después de los 60. -Au
revoir, almirante descerebrao, capitán tolai.
El vigilante de la morgue huye despavorido.
Un coche le atropella. La poli va a ver qué pasa.
Falta un cadáver. Peli tramposota a tope. Pero funciona. Con
bajo presupuesto y unos poquitos personajes. Pero filmada correctamente. Sin
muchos exteriores. Pero cuela. A nivel de telefilm para pasar el rato. Hay un montón de cabos sueltos que, mediante
el recurso a los clásicos flasbacks
innecesarios, pretende explicarlos. Pero siguen quedando muchos fragmentos
sueltos. Especialmente esa aparición de Belén
Rueda en plan qué miedo. Lo del sueño, puede tener un pase. La otra
aparición, no. Ni de broma. Lo mejor, como otras muchas veces, el
público. Había una niña de unos siete años con su abuelo. No sé que pintaban
ambos allí. Supongo que se habían confundido de sala. La cosa es que el abuelo
se encuentra con un conocido que comenta: -Qué nieta más mona tienes. ¿Dónde te has
dejado al novio, guapa? Respuesta de la nena: -¿Y tú al tuyo? No sé. Igual no se habían confundido de
sala. Las fabrican precoces, ahora.
-¡Ho, ho, ho! ¡Feliz Halloween! 2. Un gángster para un milagro. -¿Cómo piensa andar con las piernas rotas? 3. ¡Qué
bello es vivir! -¿Quieres decir que, si al principio no
tienes éxito, debes intentarlo de nuevo? -Sí. -Me lo temía. 4. Historias de Navidad. -Asegúrese de tomar su Ovaltine. ¿Ovaltine?
¿Un anuncio de mierda? ¡Hijo de puta! 5. Recuerdo de una noche. -¿Qué estás haciendo aquí? -No lo sé todavía, pero tengo una idea
aproximada. 6. Navidades blancas. -¿Cómo puedo un hombre tan feo atreverse a
tener hermanas? -Padres valientes, supongo. 7. Navidades blancas. -Es más acogedor, ¿verdad? Chico, chica,
chico, chica. 8. Navidades blancas. -Bueno, rómpete el brazo, el tobillo o el
cuello. Pero no rompas algo valioso, ¿eh? -Puedes confiar en mí. 9. Maktub. -¡Papá! ¿Llevas un año haciendo dieta? 10. Sólo
en casa. -Chicos, estoy comiendo basura y viendo
basura.
En teoría se estrenaba este viernes. Algunas web lo siguen diciendo. Otras la han quitado de sus listas. Desde luego, en mi ciudad, no está en cartelera. Pero la vi hace tiempo así que la comento. Si por casualidad llega a estrenarse, que no creo, ya le haré un link. Y no creo que se estrene porque es espectacular lo mal hecha que está. Con un guión de una pobreza fascinante. Cuando un tiburón se come a alguien no hay ninguna tensión, te resulta totalmente indiferente, sólo piensas:
-Lástima que no fuese el director. Es la tercera película que John Stockwell dirige sobre temas marinos. Antes fueron En el filo de las olas e Inmersión letal. Pero no ha aprendido nada. De hecho, Marea letal es bastante peor. Y dura dos horas cuando es evidente que el guión daba, como mucho, para 20 minutos. Lo único que he sacado en claro es que Halle Berry debe buscar, con urgencia, a otro representante. No sé quién es su consejero o consejera pero no lo hace bien. Con otro representante, Berry no se metería en unas pelis tan malas y, desde luego, no acabaría liándose con compañeros de reparto que luego traen problemas más gordos. Ese nuevo e hipotético agente debería incidir también en que ella ya tiene 46 años y no puede seguir haciendo los mismos papeles que cuando tenía 20.
Aunque sea una peli de terror, su estética
feísta no le hace ningún favor. Sólo Norman y la bruja niña son guapitos. Todos
los demás, muertos o vivos, son deformes y extraños. ¿Metáfora? No importa. No
ayuda a su digestión. También ese mundo retorcido, cutre y sucio juega en su
contra. Otro aspecto negativo son las frecuentes caídas
de ritmo, ese detenerse en escenas que aportan poco a nada al desarrollo de la
trama. Pero tiene momentos muy interesantes, con
ideas ingeniosas, secuencias emotivas que no carecen de fuerza. Me parece una
historia inteligente bien guiada por un humor de tono adulto, pero poco
apetecible y a la que le costará encontrar adeptos. 1712. Los puritanos envían a la hoguera a
una niña que ve muertos. En la actualidad, cada año, la niña bruja despierta y
sólo otro niño que ve muertos puede contenerla. No es para peques, desde luego. Y ya se sabe
que una peli de animación que no concede espacio a los peques lo tiene chungo.
1. Una extraña estética y apariencia la de El hombre de acero. Nunca pensé que
un tráiler de Superman se
parecería a El árbol de la vida.
2. Estos días, en las sesiones de El hobbit, a las puertas de los
cines hay gente disfrazada. Mucho más fácil encontrar orcos que elfas. Aunque,
pensándolo bien, eso pasa todos los días. 3. Enhorabuena a los sectores de la
producción, distribución y exhibición porque este año, por primera vez, no nos
inundan las pantallas con supuestas comedias navideñas que siempre acaban
siendo ridículas. 4. Lo de Radagast en El hobbit sigue sin estar perdonado. Duele. Mucho.
Esta entrada es, en realidad, un manual de instrucciones
para su visionado. Al menos, es el manual que a mí me habría gustado tener cuando
me puse a verla.
Es obligatorio que sigas las tramas de Phil
Dunphy y su hijo Luc. Por separado son la bomba, juntos un terremoto. Realidad
convertida en parodia. Pero parodia buena porque, en el fondo, los varones,
siempre llevamos ese niño gamberro dentro. Y si tenemos que escoger entre
madurez e inmadurez siempre vamos a preferir el mismo lado por mucho que a las
mujeres les cueste entenderlo. Aunque en el fondo les guste. Claire Dunphy y su hija Alex funcionan casi
siempre bien. No suelen ser brillantes pero aportan cohesión y son razonablemente
buenas. Claire es una controladora con pasado fiestero (que deberían explotar
más) y no quiere que sus hijas repitan sus errores; Alex es peligrosísima si
abre la boca: ácido corrosivo puro. Hailey, la otra hija Dunphy es un cliché.
Frívola, alocada y más corta que el aparato reproductor de una ameba. Previsible
siempre. Se salva en los duelos con su empollona hermana Alex. Hailey gana la
apariencia pero es destrozada psicológicamente. Las tramas de Mitch y Cam, cuando están
solos o con su hija adoptada, te las puedes saltar siempre. Son repetitivas y,
para tratarse de gays, asombrosamente convencionales. Cam es pesadísimo después
de dos capítulos. Cuando sus historias se cruzan con el resto de la familia
crecen muchos puntos. Los Pritchett también son mucho mejores mezclados
con el resto de la familia. Jay me cae muy bien. Y, en mi opinión, es el mejor
de los intérpretes de la serie. Su contención, aunque la mayoría de espectadores
no lo aprecie, es lo mejor de Modern
Family. Gloria tiende al estereotipo pero juega bien el contraste entre
la cultura yanqui y la latina. Manny es un niño demasiado raro. Improbable.
Inverosímil. Y poco gracioso, creo yo. Mis dos gags preferidos: 1. Gloria colocándose el hombro de un golpe
contra la pared para seguir la partida de ping-pong mientras Jay flipa en
colores. 2. Hailey se encuentra en la Universidad y
Alex se crece frente a sumadre. Así que
Claire, en busca de equilibrio, las conecta por webcam. Las hermanas comienzan
a insultarse y la madre respira feliz. Equilibrio.
Para una minoría muy minoritaria. Extremadamente minoritaria. Lech Majewski
toma el cuadro del Camino del Calvario
de Peter Bruegel, el Viejo, e intenta animarlo, interpretándolo,
imaginando vidas a sus personajes. Es una mirada sobre la Pasión contemplada
desde la visión de la Reforma, desde el dominio de España sobre los Países
Bajos, sobre el intento de contener el avance del protestantismo. El problema
político-religioso de las sociedades que aún no han descubierto cómo separar
Iglesia y Estado. Una mezcla singular, tanto como esas
imágenes en que se entrelaza realidad y pintura y en las que uno no sabe dónde
empieza el paisaje natural y dónde comienza la imagen pictórica. Una labor de fotografía impresionante y un
trabajo descomunal de vestuario. Es fría, casi sin diálogos. No hay evolución
en el guión. Es una película para contemplar. Laimagen, a veces, se detiene durante largo
tiempo o realiza lentos travellings con los personajes inmóviles, detenidos en
su pose. Creo que el director se ensimisma demasiado
en su propia película para decirnos lo bien que lo hace. Pero es otro tipo de
cine diferente, muy personal, que tiene su interés. Rutger Hauer y Charlotte
Rampling están ahí, como anzuelo, a ver si la gente pica.
Demasiadas perspectivas para analizar. Me
centro en las dos principales.
Si me preguntas si funciona como peli de
aventuras la respuesta es sí. Funciona muy bien. Una película de aventuras muy
buena, con acción a raudales, peleas imaginativas, escenarios grandiosos. Si me preguntas si funciona como adaptación
de El hobbit la respuesta es
no. No es un cuento para niños, hay demasiadas cosas añadidas, no pilla el
fondo... Y luego se podría hablar de si funciona como
épica, como precuela, como cine en sí mismo, si Jackson ha entendido
cuál es el mensaje de fondo, de las partes que sí funcionan (las que estaban en
el libro) y las que no (las que él inventa), si los añadidos son pertinentes...
Pero sería analizar demasiado algo que no lo merece. Es entretenida (mucho)
pero no perdura. Al menos, aisladamente. La duración, desde luego, es injustificable. Y es imperdonable lo que hace con Radagast.
Me costó mucho perdonarle a Jackson la ausencia de Tom Bombadil en El señor de los anillos. Pero lo de
convertir a Radagast en un ecologista chiflado, eso no creo que lo pueda
perdonar. Ay, mi muy apreciado, mi enigmático Radagast... ¿Trineo de conejos? Por Iluvatar que no lo
perdono.
1. Busco foto de Tom Cruise en rueda
de prensa sin esa sonrisa falsa. Cambio por un unicornio.
2. Pese al brutal sadismo que Tim Story
empleó en machacar a Los 4 Fantásticos
durante dos entregas, no fue encarcelado y sigue libre. Mis superhéroes
favoritos volverán en 2015 para reiniciarse de la mano de otro director. Aún no
sé si es buena o mala noticia. 3. Entiendo (y no comparto) que Disney
quiera hacer una secuela de Alicia en
el País de las Maravillas. Recaudaron más de 1.000 millones. Pero que
hagan una secuela de Tron... 4. Mi deseo navideño, lo que realmente me
gustaría que me trajeran los Reyes Magos, sería una serie o película, lo que
sea, dirigida por Dan Harmon sobre la detective literaria Thursday Next.
Sería taaan perfecto...
Hunted es una especie de Alias remasterizada en estilo realista. Se vuelve muy Alias con esos capítulos acerca de
las corporaciones que, desde el Renacimiento, tratan de controlar el mundo. ¿Su
inicio? El cuadro de Los Embajadores
de Holbein y su secreta simbología. Recuerdos de Rambaldi.
En ese difícil juego entre la seriedad y lo
imposible, Hunted se asoma
demasiado al tejado y acaba cayendo por exceso o por defecto. Lo mismo vemos a
Sam metida en encerronas imposibles de las que sale sin pestañear, como la
vemos en el último capítulo de la serie, totalmente fuera de juego, drogada,
dejando que otras manos acaben la función. Y eso no es final para una heroína. Me
recordó a Ivanhoe, que se
pasaba la novela en cama. Además, la trama estaba excesivamente
dilatada y llegaban a cansar las vueltas y revueltas de Sam por la casa, sus
entradas y salidas. Sin que la pescasen. Capítulo inicial prometedor. Después,
me decepcionó. Y, tras anunciarse una nueva temporada en
Berlín, los datos de audiencia del episodio final fueron tan malos que ha sido
cancelada.
Alexandre (Jean Reno) es un gran chef
de cocina tradicional. Pero ahora se llevan los gelificantes, el nitrógeno
líquido, esa mierda química. Jacky es un joven chef en restaurantes discretos.
Su pasión hace que le despidan cada semana.
Comedia suave (quizá demasiado suave),
serena, previsible, con buenos sentimientos. Me gusta cómo pone de relieve las
neurosis y obsesiones de los cocineros, sus rivalidades y disputas. Como ese
momento en que Jacky, con la hija recién nacida, pregunta que cuándo puede
darle de comer carne a la Borgoña. A partir de cierto momento se les va la
olla. Primero Juan Castella (Santiago Segura) con su explosiva
(literalmente) cocina nitrogenada. Después con el espionaje a la cocina rival
vestidos del señor y la señora Nobushi (excesivamente delirante). Y, luego,
uniendo todas las tramas de los tres cocineros del geriátrico, el parto de la
novia, la tesis de la hija... Basta para entretenerse un ratillo y tampoco
busca más. Al final de los créditos, vuelve a aparecer Santiago
Segura haciendo el ganso.
Pero puede que no lo sea, que al público
general le guste. El problema es que, cualquier capítulo de Southland cuenta lo mismo, mucho
mejor, con más personajes y con más profundidad. No es más que eso, un capítulo
de Southland (flojo) con un
desmedido metraje. Jake Gyllenhaal
y Michael Peña son dos policías compañeros. Son muy buenos polis. Saben
lo que tienen que hacer, a veces se saltan las reglas para ayudar a alguien.
Pero tienen prestigio. Hasta que algunos casos, unos buscados y
otros encontrados por casualidad, comienzan a cabrear a las mafias mexicanas. Una policiaca rodada con estilo documental.
Sólo es capaz de penetrar en los dos protagonistas. A mí me habría gustado
saber más de las otras dos polis, compañeras también, tías duras, que se dejan
el corazón en casa.
Vamos a imaginar que, en España, se nos
ocurriera hacer una película mezclando personajes tan dispares como, qué se yo,
los Reyes Magos, la gallina Caponata, el Ratoncito Pérez y el Lazarillo de
Tormes. Y para hacer el papel de malo fichamos a la Santa Compaña.
La combinación es tan excéntrica que, para
empezar, cuesta mucho aceptarla. Pero no contentos con eso decidimos vender
lapelícula al extranjero. ¿Te imaginas
los caretos que pondría la gente? Pues eso es El origen de los Guardines. Incluso a un público tan ecléctico
como el americano, tan capaz de asumir tradiciones diversas, le ha costado
aceptarlo. La película está sobrecargada de detalles. Y
de una acción desmesurada. Y la acción desmesurada impide ver los detalles. Francamente,
a medida que transcurría la historia, pensé que podría haber funcionado. Pero
con más calma, con menos accesorios. Por ejemplo, haberlo dejado en dos
guardianes, una aventura cuando Jack Escarcha conoce al Hada de los Dientes y
su séquito. Ellas coladitas por los blanquísimos dientes de él. Ellos y Sombra, buen personaje malvado. El recargamiento de tanta gente, personajes,
acción y detallitos impide ver el conjunto. Es el árbol que tapa el bosque. Técnicamente impecable pero confusa.
Ahí está. Lo han hecho. Una comedia
universitaria distinta, original.
Para empezar ahí está ese grupo de chicas
inclasificable. Fuera clichés aunque ellas estén a favor. Dedicadas con empeño
a la higiene, la lucha contra los malos olores y la prevención de suicidios
entre los universitarios mediante el uso del jabón. Porque hay suicidios intencionados e
involuntarios (por desconocimiento de la gravedad). Y también está el que no
sabe el nombre de los colores o el que escribe sobre el declive de la
decadencia o el que quiere ser cátaro o el chico con ojos negros que a las
chicas, vete tú a saber por qué, les parecen azules. Todos los diálogos de la película, absolutamente
TODOS, son arrogantes, pretenciosos, idiotas (o idiotos), dialécticos,
estúpidos, surrealistas, perifrásticos, rocambolescos... E inteligentes. Todo a la vez. En
busca de un hálito de sabiduría. Porque la inteligencia debe estar cruzada por
el amor y porque la vulgaridad es una blasfemia. Y narrado todo ello con estoico
distanciamiento. No sería bueno que proliferasen muchas
películas como la presente. Pero, oye, de vez en cuando, algo así no está mal.
Me ha sorprendido. Y no es poco. O tal vez debería decir que me ha descolocado. Te la recomiendo. Pero, si me preguntan, negaré haber tenido esta
conversación.
1. Empieza a hablarse de premios. Mis
prejuicios favorables van para La
noche más oscura. Mis prejuicios desfavorables para Lincoln. Veremos.
2. Aún hay quien cree que poner a gente
deambulando por pasillos genera tensión. Primeval:
New World bate todos los récords. 3. Juan Carlos Fresnadillo abandonó
el remake de El cuervo para tomar el remake
de Los inmortales. Ahora
abandona Los inmortales. Con
lo chungo que está encontrar trabajo... 4. Ya dije que la nueva película de Star Wars en 2015 marcaba el inicio del apocalipsis. Ahora, James Cameron anuncia que rodará las secuelas de
Avatar en 2013. Lo que yo
decía. Que los Observadores están llegando.
Y, fiel a ese lema, David Koepp lanza
la película a un ritmo enloquecido. Un mensajero en bicicleta por New York,
perseguido por un poli corrupto. El guión no tiene mucho fundamento, pero es
lo de menos. Ya sabíamos que a Koepp le encantan los movimientos
imposibles de cámara, deslizar travellings
por lugares inverosímiles. Y es lo que hace: un ejercicio de estilo para
demostrar lo bonito que queda eso de mover una cámara a todo trapo por entre el
tráfico neoyorquino. Inverosímil, enérgica, rápida y entretenida. Para pasar el rato, especialmente si a uno
le gustan las bicicletas. Entre los títulos finales hay una breve
escena que advierte a los niños de que no hagan esas locuras en casa. Queda
claro que no es tan fácil.
Y Grabbers
es una película muy irlandesa. Lisa Nolan, guardia costera, llega a un pueblecito
en la isla de Erin, al mismo tiempo que unos monstruos alienígenas. Los bichos
se alimentan de agua y sangre. Pero los bichos tienen, claro, un punto débil:
no aguantan el alcohol. Así que, si uno pimpla bien y aumenta el
nivel de alcohol en sangre lo suficiente... Como son irlandeses, no hay
problema. La pega es uno de los monstruos, el papá monstruo, verdaderamente
grande. Tratada en clave de comedia tiene el sabor
costumbrista ineludible si hablamos de Irlanda. Y una secuencia en la taberna
con muchas conexiones con Gremlins. Bien rodada y con esos personajillos
irlandeses tan encantadores que son la razón por la que a todo el mundo le caen
bien. Salvo a los ingleses que, ya se sabe, son muy suyos. La peli se distingue
de otras docenas por el estilo precisamente gracias a esos personajes. En dos plumazos quedan definidos y listos
para desarrollarse. Una pequeña tontería, pero agradable de ver.
Bastan 10 minutos para que cualquier
espectador se dé cuenta de que el nivel de producción de esta película española
está por encima de lo normal.
Cosa preocupante porque hace pensar que, si
se quiere, se puede. Y hace pensar en qué diablos invierte la gente el dinero que no se gasta en la película y que Calparsoro
sí se ha gastado. En 10 minutos hay planos aéreos, coches
militares por el desierto, una misión humanitaria en un lugar bajo tiroteo,
zonas derruidas, tensión conseguida, una explosión, efectos especiales
logrados. Y más adelante veremos una persecución en coche por A Coruña que para
sí la quisiera Bruce Willis en Manhattan. La parte con menos acción, la que podría
haber arruinado el ritmo, se salva muy bien por ese conflicto ético, verosímil
y con fuerza dramática que acarrea el protagonista. Por eso es una pena el final. Los
convencionalismos del género no implican usar clichés. Los convencionalismos
del género implican que una peli de acción tenga un final acorde con los
esfuerzos del protagonista. Un cliché es que, como todas las pelis españolas
acaban mal, también aquí hay que ser cenizo. Una peli entretenidísima en la que yo iba
pensando, una y otra vez, que sería una lástima estropear el final. Porque me
lo temía. Y estropearon el final. Previsible.
1. Parks
and Recreation se va desmoronando. Se agota. La aparición del mismísimo
Joe Biden en un cameo demuestra que aún tiene aire. Pero
no basta.
2.
The Good Wife. Kristin
Chenoweth, Amanda Peet, Christina Ricci... Ojo. Esta serie puede morir ahogada en su
propio éxito. 3. Abandoné Revolution hace tres capítulos. Los seguí descargando. Pero me
he dado cuenta de que me importa un pimiento lo que les pase a todos. Se acabó. 4. El demócrata Alberto
San Juan, después de un largo descanso (no dejó de ser demócrata, ojo), ha
vuelto para alegrarnos la vida con sus patochadas. No hay intelectuales de derechas. Yo estoy de acuerdo. El problema
es que él supone que los hay en la izquierda y, peor aún, que él lo es. 5. Angus T. Jones, protagonista de la
serie Dos hombres y medio, fue
invitado a la tele. Y él invitó a todo el mundo a no ver la tele en general y
su serie en particular. Una basura, una porquería, una manipulación, en sus
propias palabras. Esa clase de cosas me encantan.
Mi previsión inicial: patochada de desmadre
americano pero en versión belga. Una especie de Resacón en Las Vegas con gente hablando flamenco.
Mi previsión tras tres recomendaciones: se
parece más a Intocable pero
sin los puntos de comedia y con más drama. Total, que fui para allá. Y no merece la pena. Es verdad que no es Resacón en Las Vegas. Es verdad que aspira a profundizar, que tiene
cierto afán intelectualoide, que quiere hablar de la alegría de vivir. Por
desgracia, también es verdad que resulta tópica, previsible en todas sus
tramas, convencional hasta extremos insospechados y mucho menos profunda de lo
que ella se cree. De hecho, para ser un drama, es terriblemente
superficial. Me gustó, un poquito (poquito), la trama con
la chica española. Pero está tan forzada y tan mal resuelta... En fin, que no bastan las buenas
intenciones.
Hay películas que se estrenaron el viernes y
están ya pasadas de moda, obsoletas, amortizadas, destruidas por el paso de 70
horas. Casablanca no. Casablanca parece que se hizo esta misma mañana, con
un equipo de guionistas de última generación. Rick Blaine, Ilsa Lund y Victor Laszlo. O lo
que es lo mismo: Humphrey Bogart, Ingrid Bergman, Paul Henreid.
El triángulo amoroso más célebre del cine que multiplica sus conflictos con el toque de
la guerra. Y, por supuesto, Renault (Claude Rains),
capitán y Prefecto de policía francés, que pasaba por ahí y que tiene más diplomacia, más tacto, más
sabiduría y más humor que todos los diplomáticos reales, ficiticios, vivos o zombis de la actualidad. Ayer volví a pasar por el Rick's Cafe Americain para pedir un
salvoconducto en busca de disfrute. Y lo conseguí de nuevo. Desde luego.
Sus puntos buenos y sus puntos malos. Me encanta, particularmente, la estampida de
cabras en el desfiladero. Nunca habíamos visto eso. Perdonamos que coger el
atajo al pueblo signifique pasar por la cima de una montaña si es para
ofrecernos una escena así. Está bien el clima de tensión que consigue
en ocasiones. También la ambigüedad inexplicada de las desapariciones. Falla, como suele pasar, en la escritura de
personajes y, sobre todo, diálogos, de una pobreza impresionante. La
espontaneidad no debería estar reñida con que exista algo que contar. En cierto
modo da la sensación de que los personajes van desapareciendo porque no se sabe
muy bien qué hacer con ellos. Lo del despelote de un tío en la hoguera, resulta
tan forzado que da pena. En el cine un tipo se rió, hasta que se dio cuenta de
que estaba haciendo el ridículo y que a nadie más le parecía gracioso. Hay
gente que no distingue entre algo que pretende ser dramático y algo que
pretende ser cómico. Benditos sean. En cualquier caso, está bien un nuevo
intento de ciencia-ficción en el cine español. Ahora codos y a pulir un poco
más situaciones, personajes, diálogos.
Está claro que no dirige Clint Eastwood.
Él habría sido más dramático e incisivo. Con más garra. Existencial. Aun así, hay una gran labor de guión detrás,
una notable preocupación por definir a los personajes, hacerlos evolucionar,
construirles diálogos interesantes. Desde el punto de vista deportivo es la otra
cara de la moneda de Moneyball.
Pero, a decir verdad, no importa mucho la trama deportiva. Importa ese relación
entre Gus (Clint Eastwood) y su hija Mickey (Amy Adams) que, en
treinta años, no han llegado a entenderse pero que tienen todo en común. Es verdad que parece una película fácil.
Quiere serlo y acercarse a un gran público. Pero Robert Lorenz ha
aprendido mucho como ayudante de dirección de Eastwood y eso se nota. No
sólo en el guión.
1. Lamar Wyatt (Powers Boothe), padre
de Rayna James (Connie Britton) es un error de casting gordísimo en Nashville. Nadie puede ser tan
majaderamente ambicioso al tiempo que pone esas caras de majadero ambicioso. La
gente se da cuenta, hombre.
2. Parece que Oz, un mundo de fantasía, la revisión de El mago de Oz, va a consistir en un
atiborramiento de efectos digitales. Claro que, si las brujas son Mila Kunis,
Rachel Weisz y Michelle Williams... Así cualquiera. 3. Veo muy normal la cancelación de Last Resort tras su primera
temporada. Prometedora en su piloto, pero no da para más. De hecho, ya la están
estirando demasiado. 4. Todo
es silencio. Título muy apropiado para algo que pasó desapercibido. Me
he estado preguntando dónde va a parar el cine que nadie ve.
Supongo que, quien más quien menos, se ha
tragado en alguna ocasión una película gore. Hay quien lo hace por afición.
Enhorabuena.
Pero como bien señalaban en Scream 4, cosas como Saw no son de miedo, son de asco. Pese
a todo, hay gente que disfruta con esas singularidades. Como siempre, una cosa es el gusto (me
gusta, no me gusta) y otra la calidad (bueno, malo). Y hay un terror
psicológico mucho más interesante que el gore. Por ser inteligente, sutil,
hábil en la capacidad de sugerir. Hemos visto miembros segados por
motosierras, cortadoras de césped amputando anatomías, carnicerías de diversos
tipos. Pero todo ello no conmociona como ese duelo psicológico entre Jeff (Patrick
Wilson) y Hayley (Ellen Page) en Hard Candy. El otro día pude comprobar, por segunda vez,
cómo la célebre secuencia de la castración no explícita, obligaba a alguien a
pedir tiempo muerto para poder tumbarse. Simplemente porque la imaginación
hacía mucho más que cualquier extirpación visual de
genitales/vísceras/hemoglobina.
Esta película es una de esas raras piezas de
relojería que funcionan con una precisión absoluta. El montaje es una
demostración de fuerza, de lo importante que es este aspecto técnico para el
cine.
Kevin Spacey es Verbal. Y Verbal es
un delincuente tullido al que han detenido, que ha hecho un pacto con el
fiscal, que tiene inmunidad y que, sin embargo, se presta a responder algunas
preguntas que le hace el policía Dave (Chazz Palminteri). Porque le
gusta hablar. Y así es como nos enteraremos de la
existencia del mayor criminal de todos los tiempos, Kaiser Sose. No es una película para perezosos mentales
porque hay muchos nombres, mucha gente y Verbal es un liante que dice y se
desdice. Su relato nos conduce, poco a poco, al descubrimiento del verdadero
rostro de Kaiser Sose. Y descubrirlo es una de las razones por las
que el cine sigue existiendo.
Ya sabes que soy una de esas escasas
personas que tienen problemas con esta serie. No me engancha en absoluto. Tengo
que darme una sentada buena, con la voluntad a toda máquina, para tragarme
varios episodios seguidos.
Y miro y miro. Sin saber por qué hay tanta
gente entusiasmada con ella y tanto premio y tanta historia. Y llega el
capítulo 2x05. No es que no sepa apreciar ese intenso y
extenso interrogatorio. Ese cara a cara con Brody. Primero con el poli malo,
luego con la poli buena. Pero no soporto la trama. En serio, no puedo
con ella. Resumiendo viene a ser: -Brody, tío, quedas detenido por ser un
terrorista. -No fastidies. Pensé que no os ibais a dar
cuenta. -Pero no pasa nada, machote. Si trabajas
para nosotros, nos olvidamos de todo, vuelves a casa y todos tan contentos. -Ah. Pues genial, sí. Ahora trabajo con
vosotros. Y su mujer, Jessica: -Vete de casa. -Pero yo te quiero mucho. -Vale, entonces quédate. En Alias,
en Hawai 5-0, en 24, nos chotearíamos felizmente de
estos giros de guión. Aquí, pretenden que nos lo sigamos tomando en serio. Lo siento. Yo no puedo. De momento, el mejor capítulo, la parodia en
Saturday Night Live con Anne
Hathaway en el papel de Carrie. Ay. Cuánto echo de menos Rubicón.
No soy ningún experto en whisky, pero si has
probado alguna vez un Lagavulin de 16
años, entenderás por qué hay personas fascinadas con este licor.
El 2% del alcohol se evapora en la barrica.
Es la parte que les corresponde a los ángeles. Una idea maravillosa, me parece
a mí. Como esta peli de Ken Loach. La que
más me ha gustado. Tiene poesía, tiene encanto, tiene cine social (obviamente),
tiene catas de whisky, tiene un robo. El robo del whisky más caro del mundo. Robbie Emerson ha tenido una vida
fastidiada. Pero muy fastidiada. Fastidiada escrito con j. Inmerso en un mundo
barriobajero y violento no sabe cómo salir del círculo. Acaba de tener un niño
con su novia, una buena chica. Y él quiere ser un buen padre. En servicios a la
comunidad conoce al jefe y el jefe le inicia en la cata de whisky. El 2%. Que traducido en precio viene a
ser... ¡Justo! Te invito a catar esta película. Tiene
corazón. Brindaré con ella sin olvidar la parte de los ángeles.
1. Premio especial para el paso de baile de
Walter Bishop en Fringe. 90º a
la derecha, dos metros atrás, gira 210º y... ¡sorpresa!
2. Siento curiosidad por El atlas de las nubes. Dirigen los Wachowski
(definitivamente él y ella) y Tom Tykwer. La crítica la aprueba de
milagro, el público casi le da sobresaliente. En taquilla, batacazo. 3. La misma pregunta de todos los años a
estas alturas. ¿Alguna peli merece el Oscar? Espero que estén guardando lo
mejor para el final. 4.
World War Z. Marc Foster.
Brad Pitt, Mireille Enos.
Esta semana la población mundial va a quedar
dividida en dos. Hombres y mujeres. Pese a todas las campañas empeñadas en
demostrar que no hay diferencias entre unos y otras (¿has visto alguna vez algo
tan anti-científico?), llega el final de la saga que ha venido a poner las
cosas en su sitito.
Conozco chicas que se están preparando para
el acontecimiento desde hace meses. Semejante anticipación es comparable, solamente,
a la del día de su boda. Irán a comprarse algo apropiado, a la peluquería...
Enviarán tarjetas de invitación. Mientras hablas con ellas de la peli, la
mirada se les pierde en el infinito y dan saltitos sin ser conscientes. -Están tan bien juntos, en la pantalla. Conozco chicos que acompañarán a sus novias.
Lo viven como una tragedia. El sacrificio supremo que expresa todo el amor que
puede dar por esa chica. No queda otro remedio. Hay que acompañar a la niña,
contener los sarcasmos que se le ocurren, decir al final que no está mal del
todo. Sólo quieren que alguien les asegure que será la última. -Porque otra hora, como la del comienzo de Amanecer, yo no la aguanto. Pues, tío, lamento decirte que quizá no sea
la última. Stephenie Meyer acabó con los libros. Pero aquí hay dinero.