Supongo
que la primera ley del Derecho Intergaláctico establece que todo adolescente
alien, inmigrante en la Tierra, debe pasar por un instituto americano,
independientemente de sus superpoderes e inteligencia. Supongo que es la manía
esa de igualar a todos por abajo.El caso es que D. J. Caruso es un experto en plagios. Y ahí tenemos al chico que sólo puede amar a una persona y para siempre dando la tabarra con la chica humana a la que protege de los malos que, por otra parte, iban a por él. ¿Apesta a Crepúsculo? Pues claro. Cambia a vampiros por marcianos y ya está montada la saga.
Bueno, me gustó la entrada de la número seis en plan apisonadora. Hasta entonces, para mi gusto, demasiado lenta y un poquito merengada.
He leído entrevistas en las que los protas afirman que nunca se había hecho nada igual. Por favor...
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