Hay más reglas pero, en esencia, ese es el punto de partida de la serie. La animación, los movimientos de los personajes, tienen las habituales carencias de las series anime. Pero es el único punto débil de una serie muy lograda. El dibujo es maravilloso y, en ocasiones, magistral. Hay buenos personajes (especialmente el dective L) y momentos dramáticos muy conseguidos (Misora Naomi y la nevada, la supresión de personajes que parecen tan esenciales que no te lo puedes creer, la historia del fiscal y, por supuesto, ese final de tragedia griega).
Pueden gustar o no algunos extraños giros de guión (la pérdida de memoria y la recuperación, asociadas a la renuncia o reencuentro con el Death note), hay algunos altibajos en las tramas, a veces es complicada. Pero el conjunto es de un altísimo nivel.
Combina muy bien la investigación policial con el aspecto para mí más interesante: el modo en que los personajes se plantean la moralidad de asesinar a criminales para hacer un mundo mejor. Sin ser pretenciosa, es elocuente, con una lógica bien desarrollada. Al fin y al cabo, ¿quién no se animaría a escribir un nombre o dos? Y, luego, quizá, sólo quizá... convertirse en un dios de un mundo nuevo.
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