Soderbergh nos presentó a un
grupo de ladrones elegantes, astutos y con todo bajo control en Ocean’s Eleven. Ladrones de guante
blanco, exquisitos. Ahora toma la otra cara de la moneda: unos paletos tirando
a cortos de luces que intentarán hacerse con una buena pasta durante una
carrera de coches.
El
resultado es el mismo: divertido, entretenido, sin especiales alardes pero
ejecutado con una buena planificación, buenos diálogos y un estupendo
tratamiento del color.
No
es un gran peliculón pero es una de esas pelis que te apetece ver, una peli de
las de siempre, contada con buen ritmo, con personajes entrañables y muy
consciente de lo que es el cine.
Aparecen
ambientes que posibilitan una amplia presentación de personajes, un universo
bien configurado: las carreras de coches, la peluquería, la cárcel, el concurso
de talentos para niñas…
Hay
un reparto poblado de caras conocidas aunque desempeñen pequeños papeles pero
que está muy bien elegido.
Muy
disfrutable.
Es
también la enésima película dirigida por Soderbergh tras la enésima
declaración de que no volverá a dirigir películas.
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Por cierto: hoy es la ascensión según The Leftovers. Un buen momento para que te pongas a fumar como un carretero, para dar caza alguien y ver si resucita o para que te sumas en alguna forma rara de depresión. Lo que quieras para tratar de lidiar con el sentido de pérdida.
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Por cierto: hoy es la ascensión según The Leftovers. Un buen momento para que te pongas a fumar como un carretero, para dar caza alguien y ver si resucita o para que te sumas en alguna forma rara de depresión. Lo que quieras para tratar de lidiar con el sentido de pérdida.
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