Amaia
estuvo aprendiendo en el FBI y volvió a Navarra con un marido americano. En
Elizondo, su pueblo de origen, hay un asesino en serie. Ha matado a dos niñas
cuando Amaia se hace cargo. Y pronto serán tres.
Amaia
es buena a nivel racional e instintivo. Pero Elizondo es su pueblo y su
instinto falla. Demasiado implicada, demasiados familiares, demasiados conocidos
y amigos. Demasiados recuerdos buenos y malos. Sobre todo malos. Y secretos.
El
defecto principal está en convertir el toque mágico en efectismos baratos de
terror. La lectura de las cartas o el encuentro con la madre no pueden rodarse
así en una película policiaca. Aquí la mezcla de géneros no funciona; se
entorpecen mutuamente.
Recortar
metraje, anular la atmósfera de terror (que no cuela), habría beneficiado mucho
a la historia de suspense e investigación en sí.
Hay
también un problema habitual en el cine español: buenos intérpretes (Marta
Etura encaja con eficacia su sobrio papel) junto a intérpretes flojitos.
Lo
mejor: la fotografía. Una Navarra siempre oscura, siempre gris, lluviosa.
Parece sumida en una noche ártica de modo permanente. Realmente muy bonita en
sus contrastes con una fogata u ocasionales tonos cálidos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario