Hay un término muy
divertido que se utiliza para designar a una serie que pretendía ser una obra
maestra pero que no lo es. Lo llaman serie
de prestigio.
En realidad podría
llamarse serie basura o serie normalita. Tal vez incluso una serie buena, pues
de todo hay. Pero no puedes decirlo por un sencillo motivo: las predisposiciones.
Y es culpa, casi
siempre de los críticos. Hinchan tanto la noticia, hablan tanto de que se
acerca el gran estreno, mencionan repetidamente que será la serie del año, la
elogian de tal manera antes de que aparezca, que luego no pueden reconocer que
es una basura o normalita. Así, la categoría de obra maestra pasa a ser de serie
de prestigio: algo que tienes que ver porque el crítico te dijo que tenías
que ver pero que en realidad no merece la pena en absoluto.
Y te habría compensado
ver Into the Badlands o Hawaii Five-0.
Lo digo porque este año
han aparecido un montón de series de prestigio. Y, desde luego, ninguna obra
maestra. O, al menos, no lo podremos saber hasta que acaben. Pero hay muchos
críticos empeñados en que tienes que verlas porque dijeron que eran fabulosas.
Y la verdad es que no tienes que hacerlo.
Entre el prestigio
basura están Riverdale y 13 Reasons Why (ambas, curiosamente,
de instituto). Entre el prestigio normalito está Big Little Lies. Y hay otras de las que no puedo juzgar
plenamente porque me resultaron inaguantables/aburridas/pretenciosas en algún
momento y no seguí con ellas: Taboo,
The Handsmaid’s Tale, American Gods.
Solo menciono las que
se me ocurren sobre la marcha. Seguro que hay más. Y habló sólo de los 5 meses
que llevamos de año.
La cuestión es que, si
las quieres ver, adelante. Pero no te dejes engañar por el término prestigio. Hay decenas como ellas. Tan
malas y tan normales.
Pero el crítico no puede reconocer que se equivocó.
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