Rosebud no explicaba al Ciudadano.
Sigue siendo solamente un Individuo.
Eso es lo bueno: es inagotable.
Como ocurre con todo el buen cine.
Como ocurre con la vida.
Crítica y opinión de cine y series.
Este
año no hay duda. En años anteriores buscaba una película que me hubiese
sorprendido y que no tenía por qué ser la mejor. Pero en 2011 esa disociación
no existe. La que me sorprendió es la mejor.
El árbol de la vida. Ya sabes que me dejó casi sin palabras. Imagino
queno le darán el Oscar. Imagino que no
le darán muchos premios (alguno sí). Imagino que los sesudos críticos que no le
vieron sentido siguen sin comprender su vitalismo. Porque la vida, antes que
ser pensada, es vivida. Sí.
El
árbol de la vida va a estar mucho tiempo sorprendiéndome en la memoria.
Y el día 11 de enero volveré a disfrutarla en DVD. Tengo
a David W. Griffith en un alto
pedestal porque fue el configurador del lenguaje cinematográfico. El tío que
dijo: El cine se hace así. Pero
cuando alguien rompe los moldes de ese lenguaje y dice: yo lo hago como me da la gana, entonces, me quito el sombrero. Y,
encima, con contenido, con tantas y tantas formas de interpretarlo...
Innecesariamente
bestia, pero muy buena película. Demasiada
cámara lenta, pero muy buena película. Si
no hubiese sido tan bestia y si no hubiese abusado de la cámara lenta, habría
sido aún mejor. Ryan Gosling, Carey Mulligan, Bryan Cranston y Ron Perlman. Y,
además, una maravillosa banda sonora minimalista y envolvente. El
prota (no sabremos su nombre) es un tío que trabaja en un garaje. También se
saca un dinerillo extra conduciendo como especialista en películas. Y otro
dinerillo extra como chófer en atracos. Pero es un buen chico. Y como es un
buen chico decide hacer lo correcto y las cosas se le complican. Hay
muchas secuencias brillantes. La de apertura; la de Ryan Gosling y Carey
Mulligan mirándose en silencio, él junto a la ventana, ella en pie al lado;
la del ascensor... Una película en la que todos salen perdiendo excepto el espectador. Ya
lo he decidido. A los Reyes Magos voy a pedirles una chupa blanca con un gran escorpión
amarillo en la espalda que progresivamente irá manchándose de sangre.
Y
ya estamos en 1920. Han pasado 8 años por la serie. Sospecho que, eso
precisamente, es lo que muchos la critican. Bueno, yo también critico eso un
poco.
Los
especiales navideños suelen ser paréntesis dentro de una serie. Capítulos sin
especial relevancia que no afectan al contenido de la trama general. Pero este
no es el caso. Pasan muchas cosas en este especial navideño. Muchas cosas
decisivas en el matrimonio Bates (Anna y John), los más majos, los más
sufridores. Muchas cosas decisivas en el triángulo Mary Crawley, Richard
Carlisle, Matthew Crawley. Y, aunque no hayamos visto nada acerca de la vida en
Irlanda de Sybil Crawley y Tom Branson, algo importante les va a insertar de
nuevo en Downton Abbey. Esta
vez me quedo con una frase de Anna: -Se
ve que conoces bien a los hombres. -Y
también a las mujeres. Y
vaya que es así. Aunque
hay que citar alguna de Maggie Smith,
por supuesto: -Lady
Grantham, dudo que volvamos a encontrarnos. -¿Me
lo promete?
Después
de haber presenciado, total o parcialmente, atentados a la mitología e historia
griega y romana, tan flagrantes como Troya, Alejandro Magno, 300,
Furia
de Titanes o Espartacus: sangre y arena, esperaba algo mejor de Tarsem. Se deja ver, pero poco más.
No
es para tirar cohetes porque no acaban de dar con el enfoque que exige el mito.
Tarsem se acerca un poco en
algunos momentos. Hay
un argumento que no consiste, simplemente, en ir apilando cadáveres. Bueno, al
final, sí. Pero sólo los últimos 20 minutos. Y la batalla, cuerpo a cuerpo,
sudorosa, pegajosa, con una cámara tranquila, deja ver con nitidez la
coreografía de la muerte. Incluso el ralentí para la pelea entre dioses y
titanes tiene sentido para reseñar la velocidad a la que se mueven. Luego
hay muchas idas de la olla y personajes poco perfilados y decisiones
apresuradas sin mucho sentido. Entretenida.
Sin embargo, ya se sabe que de lo entretenido a lo inolvidable hay un buen
trecho.
Padres
divorciados, la niña va con el padre y la madrastra, caserón antiguo, voces
misteriosas, a la niña no le hace caso ni Rita, antes que creerla llaman a un
psiquiatra... Katie Holmes y Guy Pearce que se sacan un dinerillo
extra para superar la cuesta de enero. Guy
Pearce, que suele ser un tío solvente y con recursos, aquí está totalmente
plano. Y
como lleva el nombre de Guillermo del
Toro en la parte de producción consiguen colarla. Los bichejos estaban
bien, la verdad. Pero nada más. Una variación pobrísima de Gremlins. Se
ve que en las fechas de Navidad compensa estrenar cualquier cosa.
Consigue
impactarte para mal. Impacto en plan: Esto
a qué viene, estos tíos dónde van a parar.
Al
principio me pareció simple y llanamente infantil. Albert Einstein regala a su sobrina Mary un Cascanueces que,
durante la noche, cobra vida. La imaginación y los sueños de ella parecen
hacerse realidad. Una temática previsible, con claras influencias de El
mago de Oz como fábula de crecimiento. Pero,
de pronto, el Cascanueces se convierte en niño y aparece una doble lectura. Por
un lado la trama infantil en la que las ratas quieren destruir los juguetes de
los niños. Y un lectura paralela: la reconversión de las ratas en el ejército
nazi que invade Viena. La fábrica de humo en la que se queman los juguetes (Toy
Story 3) son las cámaras de gas. Un
poquito alarmante. Y es que los juegos de los adultos siguen siendo sólo
juegos. Pero sin la parte de diversión. Juegos egocéntricos y serios que apenas
tienen sentido. Provoca
extrañeza. El problema es que introducir la doble lectura, introducir a los
nazis, es meterse en un berenjenal del que es muy difícil salir. Muy
discreta.
Sorprende
su ambientación, en algún pueblo perdido al norte de Finlandia. Sorprende
su guión, uno de esos imprevisibles que nunca sabes por dónde va a tirar. Sorprende
su planteamiento, un ancestral Santa Claus surgido de los hielos para asesinar
a niños. Todo
parece un poco ingenuo hasta que empieza a tener algunos detalles perversos,
descerebrados e incluso gore. Y cuando crees que la peli ha finalizado y te
planteas qué diablos has estado viendo, aparece esa escena de surrealismo puro
y duro que justifica el título, más descolocante que cualquier cosa que has visto
antes. No
sé qué clase de alcohol se meten en Finlandia, pero provoca unas pesadillas
brutales.
Si
pensamos en una serie potente, tipo Breaking Bad, Sherlock o The
Good Wife, por mencionar tres cosas distintas, Terra Nova no tiene
cabida.
Hay
que bajar a la segunda división, al mero entretenimiento para ser contemplado
con encefalograma plano tipo Bones, Supernatural o Raising
Hope, por mencionar otras tres distintas. Es con esto con lo que hay
que comparar. Terra Nova es mejor que Falling Skies. Menos mal.
Al menos, los capítulos autoconclusivos, tienen suspense o una buena
persecución o un dinosaurio que la lía. Algo. Es mejor no preguntarse mucho por
algunas situaciones pero se deja ver. En ambas series, las familias
protagonistas dan bastante repelús. La
alargada sombra de Lost(los Sixters como
los Otros, la entrada y salida a 2149, las disensiones internas) se ve
acentuada en el último capítulo con la proa de ese barco del siglo XVIII. Así
que la temporada termina con un capítulo decente que cierra un arco y abre
nuevos misterios. Se puede seguir. Ahora bien. Si no hay segunda temporada, es
probable que nadie se acuerde de reclamarla. Que
Lucas siga vivo después de dos balazos no tiene justificación. Que Kara muriese
de un modo tan tonto tampoco. Pero ya he dicho que no debería hacer preguntas.
Peli
con corazoncito, sin muchas aspiraciones cinematográficas, pero rebosante de
buenos sentimientos e intenciones. De
Diego Peretti ya he visto unas
cuantas. Unas me gustan, otras no. Pero él siempre me gusta. El tipo normal y
corriente alucinado porque la vida le contraría. Luego está un reparto español
de actrices bastante conocidas: Aitana
Sánchez Gijón, Goya Toledo, Mariví Bilbao, Amparo Baró, Rosa María
Sardá... Y, para aquellos que seguimos aferrados a Lost, la sorpresa, la
gran guinda del pastel: Jorge García. Hay
cosas en la vida que crees que nunca te las volverás a encontrar. Pero te las
vuelves a encontrar. Esperanza. El milagro. Maktub no deja de ser, a su manera,
una actualización de La gran familia y aquellas pelis de
los 60. Para reír con unas gansadas, llorar con el artificio sentimental y
salir pensando que quizá, mira tú por dónde, después de todo, quizá sí puedas
ser mejor persona. Y
presta atención a la última escena tras los títulos de crédito porque es
graciosísima. Y entiendes que el sobrino salió a su tía.
Quiero
decir el buen cine, el cine inmortal, el cine de todas las épocas. Hay que
aclararlo todo porque, no hace mucho, un tipo me dijo que él era muy cinéfilo.
Como Orson Welles, John Ford, Billy Wilder no le sonaban (no digamos Wim Wenders o Lars von Trier),
le pregunté que por qué se consideraba cinéfilo. Me habló de American
Pie, Fuga de cerebros, Torrente... Sagas de renombre. Bien.
The
Artist es para los que saben qué es el cine. Plagada
de referencias a Chaplin, el Gordo y
el Flaco, los hermanos Marx, Metrópolis,
Fantomas,
Ciudadano
Kane, El crepúsculo de los dioses, los musicales de Fred Astaire y Ginger Rogers y decenas más. Con algunas secuencias preciosas y
unas cuantas ocurrencias geniales. El
argumento es, creo yo, demasiado sencillo. Pero, sin palabras, mira que se
pueden contar cosas. De hecho cuenta muchas más cosas que muchas películas en
las que no paran de hablar. En
fin, que me quedé con las ganas de ver en qué quedaba Chispa de amor, con Peppy Miller y George Valentin. John Goodman sigue siendo grande
incluso con 200 kilos menos, mudo y en blanco y negro.
La
cámara se acerca a una azotea de Budapest y un tipo, que resulta ser Sawyer, el
de Lost,
sale corriendo, perseguido por dos hombres. Sawyer se tira de la azotea y, de
espaldas, mientras cae, dispara a los dos tipos del tejado. Y les da.
Así,
a todo trapo, empieza la peli y ya no para. Moscú (genial el Kremlin volando
por los aires), Dubai (impresionante ese edificio), Bombay (gracioso ese garaje
en plan puertas de Monstruos S. A.) Está
muy bien Simon Pegg en su papel humorístico, Paula Patton como chica resolutiva y Jeremy Renner como contundente apoyo. Bueno, también está Tom Cruise que, como es productor y
como empezó la saga, no es cuestión de echarle. Luego
le ves en la intensa promoción que está realizando por todo el mundo y no hay
duda: se ha creído su papel. Mantiene esa sonrisa a la que se ha abonado de por
vida, esa pose de he venido a salvarte a
ti, a tu ciudad y al mundo. Brad Bird (Los
Increíbles, Ratatouille) está tras la cámara y entiendo que, más allá de
los dibujos animados, le hayan elegido. Tiene una imaginación poco común para
las escenas de acción: largas, sin embarullarse, nítidas. Muy
entretenida, muy divertida. Tal y como está el cine de acción últimamente, es
mucho.
El
actual Santa es Malcolm Claus. Él y su hijo Steve han incorporado las nuevas
tecnologías al reparto de regalos: nave espacial invisible y todo
informatizado. High-tech.
Al
acabar el reparto de juguetes, resulta que una niña inglesa se ha quedado sin
regalo. Bueno, después de repartir millones, un error es un error. Pero
Arthur, el más joven de los Claus (atolondrado, bastante zarpas, pero buenazo),
el abuelo Claus (anclado en el pasado y contando sus batallitas) y una elfa
(del Departamento de Envoltorios) deciden hacerlo a la vieja usanza: trineo y
renos. La
película está concebida como una operación de espionaje militar. Un cruce entre
Misión:
Imposible y Salvar al soldado Ryan. Loca, muy divertida, con momentos surrealistas. Me
alegro de que los Reyes Magos no hayan sido llevados al cine. O que, cuando se
ha hecho, haya sido con malos resultados. Tantas versiones de Santa Claus lo han
convertido en poco más que un mequetrefe. Un icono. Pero un mequetrefe. Así
podemos seguirnos riendo del Gordo y su jo, jo, jo, al mismo tiempo que
seguimos esperando felices a Melchor, Gaspar y Baltasar. Es una suerte tenerlo
todo cada año. En
las pelis de dibujos animados me suelo quedar a ver los títulos de crédito.
Suelen esconder alguna sorpresa. Aquí, me fui en cuanto empezó la canción de Justin Bieber. Otro icónico mequetrefe.
Los
especiales navideños de las comedias suelen dar mucho juego. El mismo tema de
siempre tratando de ser renovado una y otra vez. Incluso me bajé cosas que
hacía tiempo que no veía, como The Big Bang Theory (flojísimo).
Los
vencedores son: El
número 1 para Community. Glee pretende ser corrosiva, ácida, irreverente,
transgresora. Pues bien Community no sólo hace más en un
capítulo que toda Glee junta en sus temporadas, sino que, además, lo hace
parodiando a Glee. No me importa que no haya conseguido enganchar ni a una
sola persona. Esas vueltas de tuerca, ese más difícil todavía de Community,
me sigue encantando. El
número 2 es para Eureka. Aunque con la temporada terminada, vuelven con un
especial navideño en el que un libro holográfico y un generador de superfotones
interactúan para hacer que los personajes se conviertan en dibujos animados:
3D, 2D, plastilina, manga... Si
tienes alguna otra propuesta que me haya perdido y creas interesante...
Con
un retraso de varios meses, una sala tuvo a bien proyectarla, vete tú a saber
por qué. La pusieron. Fui.
Chico
con pensamientos propios, un poco ingenuo, un poco perdido, buena gente,
conoce, como decía la canción de Fito y los Fitipaldes, a la chica,
la más guapa, la menos buena. Me
inclino a darle un trato de favor porque, aunque no sea nada del otro mundo,
es, tal vez, la única película que he visto sobre adolescentes tratada de modo
realista. O, al menos, más realista que el resto. Freddie Highmore me parece más normal, más humano, más diverso, más
persona, que todos los demás adolescentes dibujados por el cine actual. El
precio es caro: los demás son bastante tópicos. Incluso, en gran medida, Emma Roberts. Bien es cierto que se
esfuerzan por dibujarla con características distintas. Pero, al mismo tiempo,
tienen que marcar el contraste con el chico normal: el chico corriente frente a
una sociedad de clones. Y no son tan hábiles para construirle una personalidad
completa. Por
otra parte, se esfuerza tanto en no ser pretenciosa que casi consigue no decir
nada. Creo que el final acaba mejor de lo que debiera.
Estamos
en un bloque de edificios de Londres, en una barriada no muy recomendable. Los
que viven allí son ladronzuelos, traficantes, gamberretes. Y una enfermera
despistada. Entonces empieza una invasión alienígena y Moses se convierte en el
líder. No es mucho. Pero es lo que tienen. Otra
de esas películas británicas de ciencia-ficción, tipo Frequently Asqued Questions About
Time Travel, creada con tan sólo un puñado de personajes, un par de
escenarios y un héroe improbable. Bastante peor que Zombies Party pero
bastante mejor que Skyline. Demasiado sencilla, quizá. Hay mucho del espíritu de Doctor
Who, cosa inevitable en la ciencia-ficción británica. Una
pequeña tontería friqui con encanto.
Supongo
que esta película no llegará a España. Me parece muy bien. Me llamó la atención
por el reparto y fui a por ella.
Puntos
a favor: Elizabeth Banks, Adam Scott, Rashida Jones y, sobre todo, sobre todo, Emily Mortimer. Puntos
en contra: Paul Rudd, Zooey Deschanel y, sobre todo, sobre
todo, Steve Coogan. Intérpretes
que me encantan junto a otros que no soporto. ¿Qué clase de cosa habían filmado
juntos todos ellos? Pues, obviamente, una pequeña majadería. De la nada no sale
nada. Cuando la inteligencia flirtea con la ignorancia, crece la última y mengua la primera. Uno
podría decir que la película trata de un hermano idiota que cambia la vida a sus
tres hermanas. Pero no es así. Es, simplemente, un tipo inmaduro que pretende
que todos sean como él. Pues
nada. Que lo pase bien.
Fui
con miedo a ver esta película porque, si puede haber algo peor que Transformers
es un Transformers en plan pastel.
Me
hizo pensar que, con frecuencia, la corrección política lleva a unas
contradicciones brutales. El boxeo tradicional, entre humanos, ya no se lleva
para que la gente no suelte la bestia parda que lleva dentro. Así que ahora los
que pelean son robots. Por tanto, la gente transfiere los sentimientos a los
robots y sigue soltando la bestia parda que lleva dentro. Y
a nadie se le ocurre plantearse la contradicción. Mejor ser sentimentales que
admitir la verdad. Bien.
En realidad la peli no da para tanto. Estas son, simplemente, ociosas
ocurrencias mías. Lo cierto es que, admitido que nos encontramos ante una peli
familiar, la cosa no está tan mal. Hugh
Jackman y su cara de Lobezno ayuda, mucho, a que los
fotogramas no destilen miel.
Me
costó mucho entrar en el cine. Hacía tiempo que no veía colas de 20 minutos.
Pero
me costó mucho más entrar en la película. De hecho no conseguí conectar con
ella. Soy muy laxo con la credibilidad de las películas de ciencia-ficción.
Acepto casi todo lo que me echan. Pero
In Time me pareció excesivo. La
gente compra, vende, presta, regala, roba tiempo del cronómetro del antebrazo.
Al llegar a cero, un infarto. Los protagonistas se afanan en conseguir tiempo.
¿No sería más fácil quitarse el implante o lo que sea que causa el infarto? ¿A
nadie se le ocurre protegerse mejor el antebrazo? ¿A nadie se le había ocurrido
robar un banco hasta que se les ocurre a Amanda
Seyfried y Justin Timberlake?
Cuando tu cuenta está llegando a cero no tienes nada que perder así que, ¿por
qué nadie se rebela? ¿Por qué se dejan morir? Si el tiempo personal fluctúa
tanto como lo hace, ¿a qué vienen las zonas horarias para ricos y pobres? Si
las zonas horarias sólo las separa una barrera de hormigón de 20 cm. de altura
¿por qué no cruzarlas y robar a un rico? Quizá
yo tenía el día tonto y pedía demasiado. Pero es que no hay ninguna explicación
a un sistema tan absurdo. Es gracioso que tu suegra, tu madre, tengan el mismo
aspecto juvenil que tú. Es gracioso el pulso con el minutero y sus
guardaespaldas. Hay escenas curiosas, sí. Pero hay tanta incoherencia
envolviendo todo... El
mejor es Cillian Murphy como poli.
Aunque tampoco entiendo su personaje, por qué protege un sistema que le
perjudica.
Entiendo
muy bien que la película no haya gustado en Estados Unidos.
¿Pensabas
que la democracia actual estaba corrompida? ¿Creías que hubo un tiempo en que
la democracia fue limpia y gloriosa, allá en la época de Lincoln? ¿Supusiste que Mary
Surrat fue una cerda asesina? Pues no. Porque
resulta que la conspiración para asesinar a Abraham Lincoln apenas fue una trampa en el parchís comparada con
el juicio que vino después. Y
los políticos de entonces eran tan corruptos y estaban tan ávidos de poder como
ahora. Justicia, Derecho, todos iguales ante la ley... meras ficciones. Jueces,
periodistas, militares y policías... todos doblegándose ante el político de
turno. Robert Redford dirige, yendo a
los papeles, a las actas, a los archivos. Y, oye, a un historiador le pone los
pelos de punta y le confirma, una vez más, que para hacer Historia sólo hay una
opción: ir a los documentos. Película
sin prejuicios y no apta para los talibanes del Estado de Derecho.
Maravillosa
la fotografía, la iluminación, la ambientación y el modo en que todo ello se
adapta al estado psicológico de los personajes. Inquietante
desde el primer segundo y muy hábil para mantener el misterio. Las novelas de
las hermanas Brontë siempre fueron
complejas por la extrañeza que provocaban sus cerrados microcosmos. Fukunaga atrapa ese aire de una forma
precisa y preciosista. En plan oscuro, claro. Empiezo
a considerar a Mia Wasikowska como
muy buena actriz. Camaleónica, la chica. Capaz de hacer papeles muy diversos y
desaparecer en ellos. -Ahora
deja que tus pies errantes descansen en el umbral de un amigo.