Quiero decir que cada escena tiene la suficiente habilidad para parecer, por un tiempo, auténtica. Luego te das cuenta de que es otro cliché. Mamá y el chaval son palestinos recién llegados a Estados Unidos. Controlan tres idiomas, ella tiene doble licenciatura pero no encuentra trabajo más que en una hamburguesería. Él no se adapta al instituto pero conoce lo que es un porro. Ella conoce a un judío. Él a un chico negro.
Así que estoy en el dilema: alabarla porque te está sirviendo las mismas anecdotillas de siempre sin que te des cuenta o machacarla por eso mismo.
Me lo voy a pensar un poco más.
Estaba, además, Hiam Abbas, en el papel de hermana, y eso siempre está bien.
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