9/10/09

Katyn

Sigo en mi estado paranoico conspiratorio. No es por el Nobel de la paz a Obama, que ya sería motivo suficiente. Es porque Katyn, otra gran película, tarda dos años en estrenarse. Como si hubiese abundancia de películas de denuncia contra los soviéticos.
Ahora mismo, contra los nazis, está Malditos bastardos y Mein Führer. Y no han coincidido, por poco, con Good. Quiero decir que, mientras seguimos con la saturación antinazi, es preciso rebuscar mucho para encontrarse con cine de denuncia antisoviético: hay que remontarse a 2006 para encontrarse con La vida de los otros y antes, hasta 2001, para llegar Hasta donde los pies me lleven.
Y, en parte, es lo que hace Andrzej Wajda: denunciar el cine como instrumento de manipulación.
En parte, porque Katyn no es sólo esa denuncia o el relato del asesinato de 22.000 oficiales polacos con un tiro en la nuca. Es un puzzle de vidas truncadas a las que apenas tenemos tiempo de conocer: un traidor, un noviazgo que se queda en un flash, una chica en la resistencia...
No hay rencor ni odio en Wajda. Cuenta la verdad con una sobriedad que asusta y una contundencia que espanta. Fortísima la secuencia final. Por sobria. Por contundente.
E impresionante el retrato de mujeres fuertes. ¡Vaya carácter el de la Generala o el de Agnieszka! Me parece que mujeres así ya no las hacen.

4 comentarios:

e dijo...

Lo que está claro es que se ha estrenado a lo grande. En Madrid no hay una marquesina en la que no aparezca...
Te he dejado un comentario en la entrada de El secreto. Y de paso en la de Apocalipto, que tengo la mañana inspirada

Individuo Kane dijo...

La promoción está bien. La distribución no tanto.
Aquí se estrena en un cine, el cine de pelis raritas y subtituladas, el cine de 60 butacas por sala.

e dijo...

No es para tanto la cosa, eh?
Para ser europea tiene muy buena facura. Y el final está muy bien.
Pero el puzzle de vidas truncadas camufla problemones con el ritmo. Y el principio (la separación) es tan inconcebible y cursi que pensé que estaba viendo un melodrama de sobremesa.

Individuo Kane dijo...

Bueno, no es una obra maestra, es verdad. Puedo estar de acuerdo en lo del comienzo.
No estoy de acuerdo en lo del ritmo. Yo creo que Vajda cuenta lo que vio, lo que recuerda: un personaje aparece de pronto, un personaje del que se comentó algo, un personaje fugaz. Conoció pocos datos. No ficciona ni imagina. Cuenta justo lo que ocurrió, sin añadidos imaginativos.
Hay una enorme atención a pequeños detalles que creo que muestran la diferencia entre esta película (real) y otras por el estilo (ficción): el gato sobre la mesa, el modo en que la niña deja caer la bici, la entrega de cenizas.
Apenas hay un sólo tópico del cine bélico porque no es un guionista que se haya puesto a discurrir escenas bonitas: es la vida que él conoció.