11/5/06

Es tan majo…

Pregunta magnólico en un comentario si sólo habrá entradas sobre cine infantil. Interesante. Pensándolo bien creo que mi tendencia hacia ese cine se debe a que es el que destaca por su innovación en guiones, el más original. De todos modos aquí va una entrada que no tiene nada de cine infantil. Supongo que ya no queda nadie que se chupe el dedo con el Derecho. Bueno, siempre hay alguien que conserva el lirio en la mano hasta que muere (normalmente joven). Ya desde niños, antes que ser abogados, queríamos ser policías para meter a los malos en la cárcel. Nos habíamos surtido con Starsky y Hutch, Los hombres de Harrelson, Los ángeles de Charlie y hasta con Corrupción en Miami. Pero últimamente, los malos son los polis y la institución está un tanto desprestigiada. Si queda alguien que aún confía en el Derecho, le recomiendo que se dé una vuelta por el juzgado de Declaradme culpable. A veces es una película aburrida y trivial. Pero ver cómo asesinos, traficantes de droga y verdaderos capullos quedan en libertad porque un tío simpático ha hecho tilín al jurado, resulta pavoroso.Se podría decir que se trata del sistema yanqui, del modo en que perciben la Ley. Pero no es eso. ¿Recuerdas El precio de la verdad? Peter Sarsgaard lo dejaba bien claro: “Le creímos porque era gracioso”. Una vez más el sentimentalismo imponiéndose al cerebro.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ahora los niños que quieren hacer justicia social son lo que cuelgan descargas ilegales en emule.
Los que quieren ser policías es porque esperan quedarse con los alijos de coca (no, no la tiran al mar.)

Individuo Kane dijo...

Yo no lo llamaría descargas ilegales. Creo que ahora, lo que se impone, me lo decía el otro día un amigo, es "alquilar en internet".

Anónimo dijo...

¿Por qué creéis que ahora las niñas de 11 años quieren hacerse la cirigía estética? ¿de dónde habran sacado la idea de que todo va a resultar mucho más sencillo si son monas y tienen una sonrisa deslumbrante? Al final acabaremos todos convertidos en azafatos. Menos mal que existe el Doctor House... Mucho talento y poco talante.