13/5/06

Compartiendo camisa de fuerza con Adrien Brody

Soy uno de esos tarados (hay pocos) que no le vieron gracia alguna a Olvídate de mí. Incluso a magnolico le gustó, fíjate. Y eso que pensé que no era su estilo. Debo concluir que poseo un defecto incurable porque lo que para la mayoría es genialidad, yo lo interpreto como alboroto sin sentido. Charlie Kaufman está considerado como guionista original y rompedor. Yo no acabo de verle esas virtudes por sitio alguno. De sus 5 aclamados guiones, la mayoría ni siquiera me motivaban lo suficiente para verlos. Aunque vaya contra la opinión mayoritaria, si debo escoger entre Olvídate de mí o The Jacket, me quedo con The Jacket. Si me apuras incluso me quedo con El despertar, película en la que sobraba gran parte del metraje para llegar a una conclusión un tanto caprichosa. Piper Perabo estaba inmensa. Pero The Jacket sí la veo como notoriamente superior. No sólo porque Adrien Brody te acongoja, una vez más, poniéndote los pelos como escarpias, sino por esa duda presente en toda la película: ¿está loco? ¿es real lo que ocurre? ¿es el futuro? ¿es la muerte? Desde luego, loco o no, es el descubrimiento del sentido de su vida. Tampoco vayas a creer que es de Oscar. Lo que ocurre es que las cuestiones que plantea y el modo de narrarlas me parecen mucho más interesantes que las circunvoluciones del cerebro de Jim Carrey (plasta, una vez más) en Olvídate de mí. Eso sí, The Jacket tiene un error de bulto por mucho que queramos dar de sí las paradojas temporales. Por otra parte, en cualquiera de las tres películas mencionadas (y en otras del género), viajar por el cerebro más que una excursión parece una montaña rusa atravesando un chatarrero. ¿Somos así?

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo detesto todo lo que no es Olvídate de mí. No me obsesiono con que me tiene que gustar en bloque la filmografía de nadie, así la vida es más sencilla (aquí deberías hablar de Ridley Scott).
Dicho esto, me gusta como esa peli se hace preguntas sobre la relación entre la memoria y la identidad: ¿Somos lo que somos por lo que recordamos? ¿quiénes seríamos si perdiéramos la memoria? Y me encanta el pesimismo de la conclusión: Seríamos los mismos, volveríamos a hacer las mismas estupideces, las segundas oportunidades son una ilusión.

Anónimo dijo...

Es muy difícil jugar con el tiempo sin caer en las paradojas. Es una de las cosas (sin base científica alguna) que me hacen pensar que, por mucho que evolucione esto, los viajes en el tiempo nunca serán posibles: alguien habría (o habrá) metido la pata y ya nos habríamos dado cuenta. Eso y Einstein.
Y jugar con la psicología humana es casi igual de complicado, con la diferencia de que eso ya no es ciencia ficción.

Individuo Kane dijo...

Magnolico: curiosamente no me parece un final pesimista porque ambos se siguen queriendo. Puede que sea una estupidez que se quieran y puede que cometan errores. Pero el hecho de que seguimos siendo los mismos, no importa lo que ocurra, es positivo. Conservamos nuestra identidad. Eso es bueno.
Io: pues nada, que me alegro de que exista Einstein. Iba a hablar de Primer pero lo dejo para la próxima entrada.