Se supone que el 17 de
agosto de 1962, cuando Olli sea campeón del mundo de boxeo en peso pluma, será
el día más feliz de su vida. Sólo tiene que adelgazar 4 kilos. Pero Olli se ha
enamorado de Raija y anda un poco descentrado.
Rodada en blanco y
negro con esa melancolía que sólo un finés puede reflejar. Es una peli maja con
un mensaje interesante: para una persona enamorada todos los días son felices.
Da igual lo que pase.
El verdadero problema
de Olli Maki es que le da igual ganar o no. Quiere a Raija y punto. Quiere que
le dejen en paz, no soporta el tinglado mediático y ya está un poco harto de
todo. Él es panadero, en el fondo.
El problema que le veo
es que insiste mucho más en el aspecto del boxeo que en el romántico. El
exterior, lo que vemos, es eso: la promoción, entrenamientos, entrevistas… Y es
muy repetitivo y cansino. Pero como suele decirse, la procesión va por dentro,
en el alma de Olli. Y eso creo que la película no lo refleja bien del todo.
Sólo a ratos.
Una peli extraña con
público muy selectivo.
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