En 1937, tras un accidente de coche y un
cúmulo único de circunstancias, Adaline dejó de envejecer.
Menudo pastel merengado azucarado.
No me gustan estas pelis que te presentan
una trama de apariencia de fantasía o de ciencia-ficción y luego, a la mínima
de cambio, te lo convierten en una peli romántica. Hay excepciones, como La casa del lago o Un amor entre dos mundos, pero El secreto de Adaline no cuela.
Aquí, la cuestión fantástica es irrelevante.
Tanto da utilizar esa excusa o cualquier otra: que se compró unos zapatos rojos
por la mañana o que iba para el médico por la tarde. La cuestión es que chico
conoce y chica y todo se desarrolla con matemática previsibilidad.
Bueno. No voy a ser malo porque seguro que a
mucha gente le encantan este tipo de cosas: romanticismo perfecto, dulzón,
positivo, etc. Si eres de esos/esas adelante. Salen Harrison Ford y Ellen
Burstyn. Pero si no eres de los románticos no te dejas engañar por el
anzuelo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario