
Hay, en mi opinión, algunas cosas superfluas: los perros parlachines o el ataque en avionetas.
Pero no importa: tiene momentos absolutamente magistrales gracias a una narrativa que te obliga a levantarte de la butaca, quitarte el bombín, poner la mano en los abdominales e inclinarte por la cintura para certificar que te encuentras ante alguien dotado de verdadero genio.
La historia de Ellie y Carl en los primeros minutos te deja anonadado por su gracia, simpatía y, sobre todo, por su normalidad. Y el plano final es de una belleza formal y de una riqueza de contenido que he visto pocas veces en el cine.
Una cosa que me pasa con frecuencia en las películas de Pixar es que algunos personajes secundarios son tan ricos que me apetecería ver un spin-off sobre ellos. Todavía estoy esperando el de Edna Mode de Los Increíbles y ahora añado a Ellie. ¡Qué gran personajes el de esa cría, esa jovencita, esa anciana!
En fin. Una vez más y con palabras de la propia Ellie:
-Gracias por la aventura.