
La sala de cine abarrotada. Hacía mucho tiempo que no veía una sala de cine tan llena en un lunes a las 5 de la tarde.
El 5% de los presentes estábamos allí para ver Revolutionary Road. El 95% restante iba a ver Titanic 2. Así que puedes imaginarte la patada en la boca que recibieron de parte de Sam Mendes: iban a ver un pastelón y se encontraron con la descomposición sistemática y brutal de un matrimonio.
Si American Beauty mostraba cómo salir de la mediocridad y morir en el intento, Revolutinary Road es cómo no salir de la mediocridad y morir en el intento. Bien filmado, fotografiado, ambientado, dirigido e interpretado. Esperaba un poco más de Mendes en el apartado técnico: su planificación y montaje original que distanciara la historia de lo teatral. Pero, en fin, el guión tiene bastante potencia por sí solo.
Y sí: sentí una cierta complacencia sádica al ver que algunas personas abandonaban la sala cuando comprobaron que sus expectativas no iban a verse colmadas.