También me permitió descubrir, una vez más, lo mucho que me gustan las road movies. Mientras la película giraba alrededor de conversaciones en bares y restaurantes, la seguí con relajado disfrute. Pero cuando Norah Jones y Natalie Portman empiezan a moverse por la carretera me incorporé en la butaca. Es cierto que antes nos había presentado a Natalie Portman como consumada jugadora de póquer. Y eso es una introducción interesante porque también siento debilidad por las películas de póquer.
Sé que, en general, la gente ha preferido la historia de desamor entre David Strathairn y Rachel Weisz. Me alegro por ellos. Porque la cuestión es que todo el mundo, supongo, puede encontrar en esta película algo que engancha con él: amistad, amor, desamor, tartas de arándano con helado o conversaciones vistas tras la luna del escaparate.
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