Podríamos
decir que pertenece al género de guardaespaldas de una niña, tipo The Equalizer o El fuego de la venganza.
Ahora
bien, En realidad, nunca estuviste aquí
exhibe una narrativa atípica y bastante extraña. Joaquin Phoenix tiene
un montón de traumas infantiles y ahora rescata a niños secuestrados u
obligados a prostituirse. Tenemos breves imágenes de su pasado, pero que no se
explican del todo de un modo deliberado. El montaje es bastante fragmentado, a
saltos, con muchas elipsis. Algunas de las escenas de acción no se ven, quedan
implícitas, sólo ves los resultados (un pasillo con cadáveres, por ejemplo). Y
la resolución no es nada convencional.
La
directora arriesga mucho y no siempre sale bien parada. Eso sí: es bastante mejor que Tenemos que hablar de Kevin.
En
su anterior película Lynne Ramsay denunciaba lo mala que es la
violencia. En esta la defiende un poco más (o un mucho, en realidad) si se
trata de pederastia.
Asequible
pero puede defraudar si uno espera la típica película de acción y mamporros.
Las pocas escenas de violencia explícita que hay sí son bastante crudas. Más
cerca del cine de autor que del comercial, cosa que explica por qué se estreno
de forma limitada en cines.
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