24/4/17

La alta sociedad

Seré claro desde el primer momento para que luego no me demandes por daños neurológicos irreversibles. La peli es un cóctel entre Buñuel y Tintín, entre Dalí y el Gordo y el Flaco, entre el surrealismo y el cómic chusco. Y puntualmente gore.
Hace un par de años comencé a ver la serie P’tit Quinquin en francés. No la encontré de ninguna otra manera. Sin subtítulos. Pero el acento y la pronunciación se me escapaban casi por completo. Sospecho que también había muchos localismos. Entendía una palabra de cada dos. La abandoné, pero me pareció sugerente.
Ahora Bruno Dumont estrenaba peli, así que no podía dejarla pasar. Es una de las cosas más absurdas y extravagantes a la que te puedes enfrentar. Puede maravillarte o puede repelerte. Las situaciones están llenas de excentricidades y los personajes llevan el histrionismo al más alto nivel. Ver ahí a Juliette Binoche y Valeria Bruni Tedeschi, pasadísimas de vueltas, desconcierta aún más.
1910, verano, un pueblo en la costa. Pescadores de mejillones, la aristocracia en sus casas de descanso, turistas que desaparecen, la policía… y canibalismo. Y la aristócrata adolescente y travesti Billie (¿o es el adolescente?) se enamora del pescador de mejillones Ma Loute. Una visión distorsionada de un mundo excéntrico, una visión retorcida del ser humano, una rareza extremada.
Sólo si te va ese surrealismo de historias y comportamientos sin sentido.

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