Una de esas pelis
coreanas que dispensa, con igual falta de contención, peleas brutales y humor
surrealista. Tan pronto vemos una operación policial plagada de golpes
graciosos como una paliza monumental a un pobre hombre.
Un poli honrado y
cabezota que se enfrenta a una multinacional. Lo que viene después es mero
cliché, pero rodado con mucha eficacia siempre que uno tolere las
contradicciones y los cambios bruscos.
Una investigación en la
que el poli tira por la directa, persecuciones bastante logradas, peleas a
puñetazos que con sólo verlas te dejan moratones para una semana y los clásicos
conflictos.
Muy entretenida si
quieres desengrasar neuronas. En Corea arrasó las taquillas.
Aunque también se
presta a que un día tenga su remake
americano de manos de un director famoso venido a menos (igual Scorsese
repite jugada, igual es otro), la plagia, la empeora y le dan el Oscar porque
sí.
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