A primera vista escoger a Rowan Atkinson
para interpretar a Maigret parece, por decirlo suavemente, un desacierto.
Pero Atkinson siempre ha sido un
admirador de Maigret y quería ese papel. Así que ahí tenemos al descerebrado y
anárquico Mr. Bean dando vida
a la sequedad y el laconismo de Maigret.
Es verdad que estás esperando que, en algún
momento, saque la lengua, tire las cáscaras de los langostinos en el escote de
una señora o que fume la pipa por el lado contrario. Para mí es casi inevitable
verle con esos ojos. Pero el tío lo borda, la verdad.
Es sólo una película para televisión con el
presupuesto reducido que estas cosas suelen tener. Pero está bien. Acentuando
la trama en el factor psicológico, no en la acción, fiel al libro, hábil a la
hora de mostrar los giros. Tremendo ese final de celos.
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