La increíble pero cierta historia de Caperucita Roja, fue una peli pequeña que creció progresivamente a medida que la gente
la descargaba, la publicitaba y se apañaba para verla en festivales por los que
iba rondando. Hasta que, cuando ya la había visto todo el mundo, la estrenaron
en algunos cines.
Era fresca, original, divertida y, sobre
todo, imprevisible. Sin prejuicios a la hora de liberarse de narrativas
convencionales.
Esta segunda parte es lo contrario. Tópicos
a mansalva y un guión que apela a las consignas de siempre: encuentra tu
camino, tus amigos son tus amigos y esa clase de tonterías.
Sólo me gustaron esos minutos en las caóticas calles (¡tan violentas!) de San Francisco.
Tres años de retraso en su estreno son
significativos. Es lo bastante mala como para que sus responsables lo sepan. Y
por eso se cubren las espaldas presentando a un malo que es crítico de
películas animadas. Curioso ya que, en la original, los críticos jugaron con bondad a su
favor, por lo general.
Por algo será.
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