19/6/12

The Killing. Temporada 2

Me da igual lo que diga la gente, el me gusta o no me gusta, el defecto que encontré aquí y allá, el me cuadra o no me cuadra, el se parece demasiado o no lo suficiente a Twin Peaks (qué pesados), el Rosie Larsen no se parece a Laura Palmer.
Me encanta. Porque está bien hecha. Muy bien hecha. Con momentos inmensamente grandes, inmensamente demoledores, inmensamente logrados.
Me encanta Holder entrando en el casino después de psiquiatría, palizas y faenas, más chulo que un ocho. Me encanta la impenetrabilidad de Linden que, sin embargo, tanto nos dice de ella. Me encanta todo ese recorrido social y de despiste que a otros tanto les molesta. Me encanta ese flashback del último capítulo en que por primera vez vemos a Rosie, no a través de un vídeo, de una cámara de ascensor, sino sólo la cámara real.
Me encanta su planificación, atmósfera, producción.
Pero sobre todo me encanta que, el final de la primera temporada, que solivianto a medio mundo sin posibilidad de recuperación, a la luz del final de la segunda, sea tan magistral. El paralelismo entre ambos, entre Jamie y Terry, entre las reacciones de uno y la otra, ese modo de volcarse en las personas afectadas pretendiendo reparar su descomunal error. Me gusta esa estructura.
Y si no te gusta, deja de verla. Deja de sufrir. Y, si encuentras otra serie policiaca con menos fallos y mejor hecha, me avisas. Porque es un poco incongruente, lo he comprobado, que gente que crítica The Killing por sus errores, sea fan incondicional de chuminadas tan espectaculares como El mentalista o Hawaii 5.0.
Esas no me gustan a mí. Por eso no las veo. Con tres capítulos de cada tuve bastante. De The Killing espero, al menos, 26 más.

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