27/4/10

Daños y perjuicios. 1ª temporada.

El título inglés, Damages, suena mejor.
Hay un hecho determinante que me inclina a favor de esta serie de abogados: apenas se ve un juzgado. Hay despachos alucinantes, leguleyos y otras zarandajas. Pero los tribunales son cosa de segundos. Fianza, martillazo y a otra cosa. Toda esa devoción hollywoodiense, esa fe en que la justicia se encarna en un tribunal, aquí se desvanece.
Lo segundo más importante es que los malos son muy malos y los buenos también. Y todos con matices, con sus puntos de buenas intenciones, debilidades, maldades, brutalidades y miserias.
Está Glenn Close, claro. Se supone que es la buena pero es tan bruja como la de Blair, tan perra como Lassie y maestra manipuladora de trileros. Sus cartas son personas y maneja muchas más de tres. Vaya bicho. Búscate otro país si te echa la vista encima.
Está Rose Byrne, jovencita ambiciosa que, recién salida de la Facultad, es contratada por un prestigioso despacho y cree que es porque se lo merece. Cuando quiere darse cuenta se ha metido en un marrón de campeonato.
Mucho suspense, asesinatos, chantajes, suicidios, giros casi imposibles y esos flash forward que te mantienen en vilo desde la primera escena. La guapa abogadilla estará en el trullo dentro de seis meses, ensangrentada y vestida con una gabardina. ¿Qué ha pasado?
Y tú:
-¿Te arrepientes de lo que hicimos?

2 comentarios:

edp dijo...

Yo he terminado de ver la tercera, con su apresurado final por la cancelación. La verdad es que agradezco bastante que se haya terminado porque es la típica serie que no me acaba de gustar pero no puedo dejar de ver. Es el efecto Glenn Close, sin duda.

Individuo Kane dijo...

No es una gran serie, es verdad. Las cosas que pasan son muy inverosímiles, casi increíbles. Pero creo que manejan muy bien el suspense. Cuando ya no se pueden dar más vueltas de tuerca, los guionistas logran sacarse una más de la manga. Y engancha, claro.