21/3/07

Concursante

Es ésta una película española que no parece española. Quiero decir que puede verse fuera de España y entenderse. Quiero decir que podemos verla los españoles y entenderla. Quiero decir que no es necesario saber que en la Guerra Civil los malos eran los nacionales (fascistas) y los buenos los republicanos (humildes trabajadores); no es necesario saber que en la postguerra se pasaba hambre; que hubo una transición no muy lograda porque se encargó de ella la derecha; que el partido socialista nos defiende del imperialismo yanqui; que el partido popular nos metió en la guerra de Irak.
Concursante es una peli de tema universal que habla sobre la economía de un modo divertido, esquizofrénico, acelerado, con algunas preciosas imágenes entre poéticas y oníricas (no sólo la del caballo y los acantilados gallegos). Imagino que a la mayoría de la gente le resultará agotadora. No soy una excepción. Diría incluso que no es una buenísima película. Quizá sólo buena. Quizá ni eso, no sé.
Pero, al igual que con Mia Sarah, sales de Concursante con una sensación de frescor renovada. Estas dos películas tienen en común que, después de verlas, los pulmones se te han llenado del oxígeno puro de la esperanza. Confías en que quizá el cine español aún puede salvarse, crees en que no podrá ser destruido a pesar de alatristes, borgias, Carmen Calvo, subvenciones obligatorias, legislaciones demenciales y ciclos monotemáticos a los que llevamos sometidos desde 1936.
Ver Mia Sarah y Concursante es un acto de rebelión pues te confirma en la idea de que aún existe gente con el cerebro desconectado de Prisa. Al menos, ocasionalmente. Ninguno escapamos del Grupo a través de enlaces temporales o paralelos.
¿Será Jiménez Losantos la pastilla roja o será un agente Smith que acabará devorándolo todo?
Creo que me he salido del tema.
Al menos espero que me entiendas lo que quería contar.

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