-Créeme. Ninguna mujer
puede amar realmente a un hombre que escucha a Phil Collins.
Esta película sigue la
estela de las otras películas de John Carney. Pero es justo lo
contrario. Un musical para adolescentes significa entrar en su mundo idealista,
romántico y de soluciones perfectas.
Hasta ahora se había
pegado a la realidad imperfecta. La música como elemento de conexión para hacer
que las cosas mejoren un poquito. Pero el mundo continuaba siendo imperfecto.
Ahora no. Ahora todo acaba bien. Imposiblemente bien.
La música, desde luego,
sigue siendo muy buena. El problema es que, en esta ocasión, no he logrado
conectar con ella. Me gustó el hermano mayor, un tipo con apariencia de bruto
pero, en el fondo, con una enorme sabiduría de la vida, un consejero perfecto.
Por suerte no es una
perfección Disney. Es un mundo duro, difícil, inhóspito. Por eso resulta tan
inverosímil el vuelco de las soluciones fáciles.
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