Se acumularon finales de temporada de series
y, el hecho de que Better Call Saul
haya quedado para cuando haya hueco, significa bastante, creo yo.
Cuando acabó la primera temporada de Breaking Bad recuerdo que aún no
tenía muy claro qué derroteros tomaría la serie, hacia dónde iba. Esa sensación
se repite con Better Call Saul
pero con un inconveniente: creo que sus creadores tampoco lo saben.
La existencia de esta serie se debe casi a
una aclamación popular. Gilligan cogió el toro por los cuernos y se
lanzó a ello. Pero, en mi opinión, con mucho relleno, mucho vacío y mucho
cuidado para no pillarse después los dedos, cuando tenga que madurar las siguientes
temporadas.
La evolución de Jimmy hacia Saul era necesaria, sí.
Pero no era necesaria tanta redundancia. No tengo nada contra el ritmo lento.
Pero deben pasar cosas. No tienen que ser tiros. Tiene que ser una evolución
psicológica, un propósito en las acciones del protagonista, una razón. Y Better Call Saul se da demasiadas
vueltas a sí misma, a Saul, a Chuck, a Howard, a Kim… para, en realidad, no
contar gran cosa de ellos. Sabemos un poco más de Mike y Saul pero los
personajes nuevos son absolutos misterios acerca de los porqué.
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