-¿Quieren
una guerra? Maten al príncipe y el rey la iniciará.
Narcotráfico,
tráfico de personas, inmigración, terrorismo islámico… Todo se da la mano. Y se
combate la violencia con la violencia, la inmoralidad con la inmoralidad,
asesinatos con asesinatos. No hay inocentes: niños, mujeres… Son moneda de
cambio. Las personas cosas. Al fin y al cabo todo es un negocio.
Siguen
Josh Brolin y Benicio del Toro. Ayuda a que sea una buena peli.
Pero ni dirige Denis Villeneuve ni actúa Emily Blunt. Y eso hace
que sea menos buena. Es más directa, con menos tensión. Igual de violenta, de
bruta, con esas escenas crudas, pero no hay esa atmósfera angustiosa que se va mascando
durante minutos y minutos antes de que todo explote.
Pese
a todo es una secuela lograda, cargada de esa visceralidad en la que sólo hay
gente mala en los negocios malos. Los gobiernos no están más limpios y sacan
sus rentas de la venganza. Y por medio gente sin escrúpulos. Sicarios. La causa
da igual. Matar da dinero.
Impresionantes
las canalladas de Benicio del Toro con sus dobles juegos. Y su, tal vez,
redención. Muy buenos los tiroteos en el desierto. Muy bien la adolescente
mexicana.
El
final me parece un tanto abrupto y decididamente descarado para seguir
fabricando secuelas.
-¿Crees
que el objetivo es cambiar las cosas? ¿En serio?
Porque
se trata de eso: muchas muertes para que todo siga igual.
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