24/2/16

Nosferatu

Esta película, por supuesto, hoy día no asusta a nadie, supongo. Pero ahí estaba, el mito del vampiro, la base sobre la que se elevan decenas de películas con sus múltiples variantes.
El sentido cinematográfico de Murnau era apabullante. No logra escapar, aún, a todos los tics del teatro, pero planifica cosas que muestran su voluntad para crear el lenguaje del cine: esa sombra del vampiro en el rellano, el contrapicado del camarote del barco, los juegos de claroscuros, dejar en fuera de campo elementos que normalmente aparecerían centrados en pantalla, el modo de presentar el rostro y las manos de Nosferatu, la celda del discípulo loco, la calle con el desfile de ataúdes, los tímidos efectos especiales de invisibilidad y movimiento telequinético de objetos…
Que sea una película muda juega mucho a su favor. Aumenta la sensación de misterio e incertidumbre. Aquí Murnau no era del todo consciente de su fuerza o, de otro modo, habría eliminado muchos insertos de texto para incrementar el desasosiego.
Siempre he pensado que es una de las películas más apropiadas para iniciarse con el cine mudo. Dejando al margen a Chaplin, claro.

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