Esta es una de esas películas que un
director hace para sí mismo. Sobria, depurada, esencial. Una historia mínima,
intimista, personal. Precisamente, por buscar lo particular, alcanza lo
universal. Todo el mundo puede verse reflejado en ella.
Es una historia sobre la muerte de la madre.
Una directora de cine alterna los días entre
el rodaje y las visitas al hospital. Su madre se muere.
Ya está. No hay más. Nanni Moretti
busca una deliberada simplicidad en la narrativa y consigue que el drama crezca
a fuego lento y que culmine de modo preciso. Entre medias la directora se
conocerá mejor a sí misma y sabrá más acerca de su madre.
Muy buena. Lo mejor que ha hecho Moretti.
La historia tiene garra y sinceridad, es amable y amarga. Los personajes son
enormemente naturales.
Y John Turturro soñando que Kevin Spacey
quiere matarle.
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