Esta película se estrenó en su momento en
número de salas bastante limitado. Mi ciudad no consideró oportuno proyectar
una de las copias, pero ya sabes que veo y leo cuanto tenga relación con
Holmes, así que, en cuanto he encontrado una copia de calidad, me he puesto a
ello.
Holmes tiene 93 años, la Segunda Guerra
Mundial ha terminado hace poco, Mycroft, Watson, la señora Hudson han muerto y
la senilidad comienza a hacer mella en su memoria.
Por eso decide escribir un caso tal y como
ocurrió, no como Watson lo contó y no como lo trasladaron a la película. El
caso insatisfactorio que le llevó a abandonar su vida como detective. Ahora
vive con otra ama de llaves y el hijo de ésta, un chico que lee el relato de
Holmes a medida que lo escribe.
No hay, en sentido estricto, un caso que
resolver. La película es un intento de analizar la psicología del anciano
Holmes que, como todo el mundo, tiene sus demonios, su pasado, su corazoncito. Ian
McKellen y Laura Linney están muy bien.
No hay, pues, misterio. Sí hay cierta intriga
mientras recordamos, con Holmes, esos dos acontecimientos del pasado en flashback: la del matrimonio Kelmot y el
viaje a Japón.
Intimista y, en mi opinión, agradable. Pero no puedo
ser totalmente objetivo tratándose de Sherlock Holmes.
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