Mientras contemplaba a estos galápagos
genéticamente transmutados pensé en el paso del tiempo, lo efímero que es la
vida, la trascendencia (o no) de nuestros actos y, en definitiva, en que me
estaba haciendo mayor, que ya no tengo edad para estas cosas.
Me di cuenta de que había algo mal en mí,
algo irreversible, el tiempo irrecuperable que me impedía disfrutar de ese
desparrame loco.
Y al salir del cine, por suerte, escuché las
conversaciones de la chavalería que había asistido a la proyección. Todos
ellos, sin excepción, la ponían a parir con palabras mucho más agresivas de las
que yo había ideado.
Genial: no hay un problema en mí.
Está claro que la peli tiene un porrón de
problemas y que todos los efectos especiales del mundo y toda esa agitación no
subsanan nada. Posiblemente lo agravan.
Tortugas mutantes ninjas adolescentes.
-Si lo dices así, sí suena ridículo.
Pero es que es la única manera de decirlo.
2 comentarios:
¿Las tortugas ninja no se habían muerto en un hostal de carretera rodeadas de cajas de pizza y gordas como globos?
Ya sabes: mala yerba nunca muere.
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