23/11/13

Una familia de Tokio

Para mí, Cuentos de Tokio, es una de las cimas del cine mundial. Una película de una delicadeza y una sutilidad que te deja noqueado. Y te habla de todo (todo) lo que de verdad importa.
Así que mi encuentro con Una familia de Tokio es un encontronazo.
Yamada es un buen director. Es verdad. Y, además, tiene sensibilidad. Es verdad. Pero creo que nunca podré decir que es un gran director porque no tiene imaginación. Al menos por lo que hemos visto por estas latitudes.
Lo mismo digo de su trilogía del samurái (El ocaso del samurái, La espada oculta, Love and Honor). Buena trilogía, sensible e incluso inteligente. Pero no lo neguemos: son remakes. Y Una familia de Tokio vuelve a ser un remake.
No es coherente ni justo criticar a Hollywood porque hace remakes y a Yôji Yamada alabarle por el mismo motivo.
Si a alguien le molesta el término remake que lo sustituya por muy inspirado en.
Mientras Yamada no realice algo personal, algo original, mientras no corra riesgos, no podré decir que es un gran director. Y tiene más de 80 años, el chaval.
Personalmente, si uno ha visto Cuentos de Tokio, la presente película no le aporta nada, excepto la satisfacción de saber que alguien más se se sintió muy a gusto con la original y la disfrutó.

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