No confundir, obviamente, con la reciente Noche y día.
Día y noche es el último corto de Pixar, lo que hay que comentar después de horas debatiendo cada peliculón que nos ofrecen. Cuando la conversación parece agotada alguien dice:
-¡Eh! ¿Y qué me decís del corto que precedía a la película?
Pues que es una lección del uso del 3D, de las posibilidades cinematográficas reales de la tecnología, un uso inteligente, no mero capricho.
Pantalla en negro y un par de fantasmas que se van desplazando. A través de ellos vemos un paisaje, casi el mismo, casi, casi. En uno es de noche y, en otro, de día, aunque las playas, colinas y praderas tengan su continuidad. Y es, de fondo, una historia acerca de los diversos modos de ver las cosas, del debate como generador de ideas, de saber cambiar de opinión, de adaptar la mentalidad.
El 3D te pone la pantalla en negro en primer plano y los fantasmas son algo así como rasgaduras. Detrás, lo que se mueve, son los escenarios. No es un corto como los que acostumbra a hacer Pixar: es más abstracto, más intelectual, más. Siempre más.
Siempre Pixar. Hay un amigo en ti.
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