10/11/06

The Queen versus the Princess

Nunca he sido partidario de la monarquía en tiempos contemporáneos por su apariencia de inutilidad. Tampoco tengo mucho en contra porque, al fin y al cabo, quienes no tienen monarquía acaban buscando otros recursos que compensen la concentración de poder: un primer ministro, un presidente de la república, una cámara... Ver a Helen Mirren aportando razones no me ha convencido para hacerme monárquico, pero alimenta sus ideas con buenos argumentos. Alguien que permanece desde Churchill a Blair, alguien cuyo código de honor se basa en el deber, alguien que en 50 años ha permanecido enclaustrado en el lujo pero enclaustrado al fin y al cabo, alguien así merece la pena ser escuchado. Lo bueno de The Queen es que todos los personajes tienen razones válidas para defender lo que hacen. Bien, quizá el príncipe Carlos está tratado con un punto de imbecilidad y el príncipe Felipe con algo de caricatura. Pero, en general, la película me sorprendió gratamente. Habría podido caer fácilmente en el rosa y/o amarillo, en el chiste fácil o la ridiculización. Y, en cambio, ofrece una visión política de la jugada. Cuando los personajes hablan nunca lo hacen de modo intrascendente. Toda palabra dicha aporta matices. Y cuando actúan con el silencio también lo hacen con consistencia: la antimonárquica Cherie Blair haciendo una intencionadamente patosa reverencia, la inclinación de cabeza de la reina como respuesta... Cualquiera que critique a unos u otros no podrá hacerlo de modo simplificado. Es evidente que Stephen Frears está encantado con Tony Blair y no tanto con la realeza. Pero comprende y nos hace comprender. Alguna razón habrá para que los primeros ministros laboristas acaben encandilados con la Queen. Y, encima, tiene muchos rasgos de un humor sutil.

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