-Eso suena ilegal.
Cuando se supo que el ejército americano
compraba todas sus armas a Dick Cheney, Bush obligó a diversificar
la demanda. Ya sabes: libre competencia.
Por supuesto los grandes contratos eran para
los grandes peces. Pero los ratillas podían hacer mucho dinero (muchísimo)
vendiendo las migajas. Millones. Muchos millones. Y las migajas llaman a las
migajas y hacen todo el pastel. Ahí es donde entran Efraín y David.
Una película sobre la suciedad de la guerra.
Tras la guerra solo hay dinero. Y, tras el dinero, hay intereses,
intermediarios, terroristas, países en la ruina y… más dinero. Dos veinteañeros
que se hicieron ricos, se metieron en líos, salieron de ellos, se metieron en
otros más profundos… Es una de esas historias tan absurdas que no te la podrías
inventar si no hubiese ocurrido realmente.
No es una gran película pero se ve con
facilidad y da una idea de la cantidad de gente que se forra enviando a otros a
morir.
Ana de Armas se ha hecho un hueco
importante en el reparto y cumple bien su papel. Y sí, se podrían hacer chistes
sobre la actriz Ana de Armas en Juego
de armas. Pero creo que todos serían chistes malos.
-¿Cuándo ayudó a alguien decir la verdad?
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