Tengo que retrasar los comentarios sobre
cine porque ha terminado Fargo.
Ya comentaré Trascendence
mañana y Amanece en Edimburgo
el lunes. Pero es que Fargo ha
sido mucho más de lo que esperaba.
La serie está muy bien en cuanto logras
olvidarte de la película, cuando decides dejar de buscar paralelismos y lugares
comunes. Y haces bien porque, en realidad, es en el 1x08 cuando más se parece
y, a partir de ahí, aún crece mucho más.
Pero Fargo
es una serie muy buena porque también tiene mucho de No es país para viejos. Ese psicópata sin control que hace el
mal sin motivo alguno, meramente por capricho. El Mal puro.
Martin Freeman
como hombre mezquino dispuesto a hacer cualquier cosa (¡cualquier cosa!), Bob Odenkirk como sheriff palurdo, Colin Hanks como agente miedoso, Billy
Bob Thornton como psicópata desatado y Allison Tolman, con más
cerebro que toda la gente junta de Bemidji, Fargo y Duluth.
Hay muchas escenas logradísimas. Me quedo
con ese tiroteo mientas suena la letanía de los santos del domingo de
Resurreción (1x06) y con la visita de Malvo a la mafia de Fargo en la que sólo
vemos el exterior del edificio mientras él va piso por piso matando a 22
personas (1x07).
Pero qué capítulo tan extraordinariamente
tenso el 1x09. Todo él, de principio a fin, parece ir a estallar de un momento
a otro.
Me gustó tanto como True Detective. Quizá más. Aquí hay más personajes, más
psicologías, más historias entrelazadas. Y el nivel interpretativo también es
grandioso.
El capítulo final es enormemente satisfactorio, evadiéndose
de cualquier cliché y apelando por igual a la normalidad y al surrealismo.
Sí. Decididamente. Mejor que True Detective. O no. No sé. Por
ahí. No. Mejor.
-Estoy confuso.
-Eso es bueno. Yo no.
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