31/5/09

El milagro de Henry Poole

Ya hablé de Gabriele Muccino en otras entradas, de Siete almas, de En busca de la felicidad, de su buen rollo y grandes sentimientos. El milagro de Henry Poole podría entrar dentro del género muccianesco. No me parece ni mejor ni peor. Sin embargo, me quedo con El milagro de Henry Poole porque no es tramposa.
Una mancha de humedad en la pared es, para unos, el rostro de Cristo. Para Henry Poole es una mancha de humedad en la pared. Muccino habría organizado un festival de flash backs y no habría desvelado hasta el último segundo que Henry Poole tenía una enfermedad mortal. Mark Pellington es honrado y muestra las cartas cuando es necesario mostrarlas.
La desaparición de las 20 dioptrías de Patience, la cajera del supermercado, es un milagro evidente, por muchas vueltas que se le dé. La idea de que la mancha puede seguir interpretándola cada uno a su gusto pierde fuerza. Pero creo que la pregunta está en qué entiende cada uno por milagro: una curación, ser capaz de transmitir esperanza, una coincidencia, el simple hecho de existir...
De todos modos, el mensaje de la película también podría ser éste: desconfía de médicos y enfermeras, especialmente si una enfermera te tiene que pinchar tres veces para encontrar la vena.

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