No
hay grandes novedades respecto a la primera y la segunda ni falta que
hace.
Apenas
hay un segundo de respiro. Iba a decir algo de la persecución final
pero es que la final
es, casi, la primera. Hay leves intervalos para cambiar los pactos y
alianzas y luego volvemos otra vez a la locura. Lino
no ha tenido tiempo ni de cortarse el pelo.
Venga
a destrozar coches. Y camiones y tranvías y helicópteros…
Los
criminales tienen eso: se traicionan. Así que Areski no sólo está
siendo perseguido por los polis buenos, también le persiguen ahora
sus antiguos colegas polis corruptos. Eso provoca que en el tranvía
se monte una pelea a tres bastante divertida.
En
todos esos giros y cambios de alianzas sólo hubo uno que no me
encajó. Supongo que estarás de
acuerdo
conmigo en que cierto personaje pega un vuelco demasiado brusco en
sus objetivos. Pero, en fin, es un modo razonable de que los malos
sepan lo que hacen los buenos sin salirse por la tangente.
Se
quitaron de en medio rápidamente a la Guardia Civil. Comprensible,
pero me habría gustado ver más de Álvaro (Diego
Martín).
El
cierre es muy cierre. Han hecho una limpia tremenda. No sé si la
saga está cerrada, pero el arco narrativo parece que sí. Podrían
tirar, forzando, de Areski; podrían hacer algo con Yuri; podrían
iniciar una nueva trama.
Entretenimiento
sin pretensiones pero solvente. En mi opinión es bastante mejor que
Fast
and Furious.
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