-No
me gusta cuando la gente te habla sabiendo lo que Dios quiere. Ahí
es cuando empiezan a pasar cosas malas.
A
mí me invitas un finde a Ivalo, dejo todo lo que tengo entre manos y
allá voy. Porque está Nina Kautsalo, mi jefa de policía favorita.
Amable, sonriente, el polo opuesto a los policías amargados y
depresivos, una hija con síndrome de Down y otra de un año a la que
se lleva al trabajo. Es Ivalo. Si quieres jefa de policía aceptarás
que lleve la bebé consigo.
La
peor temporada de todas.
En
Washington el FBI no logra detener a una terrorista que tiene algo
planeado en el congreso de astrofísica de Ivalo. 24 ancianos del
asilo mueren intoxicados por humo.
IHS.
Los guionistas aprovechan las múltiples lecturas del anagrama para
armar un batiburrillo de cosas que, se pongan como se pongan, no
encajan. Sectas, cometas, terroristas, movimiento lestadiano,
interpretaciones ridículas de símbolos, científicos pirados, la
Torá… Vaya ida de la olla.
Lo
de Stenius, que “oye” cosas, es insostenible. Y Niilo, dejando la
pistola a la vista… No sé qué les ha pasado. La serie se
caracterizó por ser muy realista y lógica y en esta temporada es
como si les importara todo un bledo. Creo que son conscientes del
destrozo perpetrado
y la dejan en 5 capítulos.
Kati
Outinen,
la musa silente y amable de Kaurismaki,
se va al extremo y es aquí la zumbada de una secta.
Me
sigue gustando el lado humano, las reacciones de Nina, Venla cuidando
de su hermanita, Esko y la compra de un camión sin saber lo que se
le viene encima, decenas de pequeños detalles que conectan a
familiares y amigos… También las escenas cafres.
Flojita,
caótica, caprichosa.
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