La
realidad es lo que el gobierno dice que sea. Cuando aparecen dos
lunas en el cielo, el gobierno informa a los ciudadanos de que es un
espejismo colectivo y los profesores universitarios deben cambiar sus
informes. Lo que el gobierno diga. Hay unas pastillas que te ayudan a
entenderlo mejor.
Denise
no toma pastillas, tiene una extraña preferencia por aceptar la
realidad antes que las ideas del gobierno y se ha convertido en una
inadaptada. No encuentra trabajo. Duerme en rincones en las casas de
amigos.
Usa
los zapatos equivocados.
Es
evidente que Jane Spencer, la directora, tiene más ideas que
destreza fílmica. Eso no significa que sea del todo torpe. Tiene
claro cómo quiere planificar, fotografiar y montar: de un modo
extraño. Pero se ve que no tiene presupuesto para hacerlo
exactamente como le gustaría.
Si
algo cabe reprocharle es su mensaje demasiado obvio. Más símbolos y
menos verbalización le habría beneficiado. Pero tiene muchos
aciertos. Me gustan todos esos personajes excéntricos, nómadas por
un motivo u otro, con vidas errantes y aleatorias que nunca
planificaron.
Es
interesante que Denise no se deje arrastrar por los idealistas
alternativos, los que creen que un poema cambiará el mundo o que un
manco es una buena idea para ganar la guerra.
Tiene
un aire progresivamente surrealista, onírico, absurdo. Pero es lo
que pasa en las sociedades ideologizadas, en las sociedades actuales.
La directora lleva al extremo -a la dictadura- las consecuencias de
anteponer los deseos a la razón.
Sólo
queda renunciar a la poesía para ser normal. O echarse al monte.
Demasiado
extravagante para recomendarla. Sólo si buscas cine alternativo,
alternativo de verdad, desconcertante.
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