15/5/25

El halcón maltés

Muchos dicen que 
La diligencia está llena de clichés. La realidad es que ella los inventa. Se puede decir algo similar de El halcón maltés (1941) y el cine negro. Es una de las pioneras del género y es tan influyente que resulta difícil escaparse de su estructura.
Dashiell Hammett, el escritor, ya tenía buena parte de culpa. Su detective Sam Spade es el detective privado por antonomasia. Cuando lo coge John Huston lo respeta en su esencia. Eso sí: deja de ser un rubio de aspecto satánico para tener el rostro de Humphrey Bogart. Un acierto, en mi opinión.
Hay que citar también a Mary Astor y Peter Lorre (otra vez) en el lado oscuro de la trama. Sus respectivos Brigid O’Saughnessy y Joel Cairo son tan inolvidables como el propio Spade.
John Huston no era expresionista. Pero lo parece. Digamos que en esta película ejecuta su propia reformulación de la atmósfera agobiante y claustrofóbica. De sombras y habitaciones cerradas. Creo que lo que más me llama la atención es lo mucho que usa la cámara en un ligero contrapicado, enfocando a los personajes un poquito por debajo de su rostro, incluso cuando están sentados o inclinados. Esa sensación de estar casi siempre por debajo de ellos resulta incómoda y eficaz.
El halcón maltés, de oro y piedras preciosas, que perteneció a Carlos I, es un símbolo en cierto modo muy obvio, pero el final, descubrir la verdad sobre la estatua, esa carga irónica, ese toque de futilidad añadida es una maravilla.
Otra de esas pelis que, cada vez que la ves, es todo un gustazo.
-...y esta estatuilla negra por la que se montó este alboroto.
Aunque, oye, es pesada.

No hay comentarios: